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Corte reforzada, no renuncia al fuero y silla vacía

Margarita Londoño V.
23 de abril de 2008 - 09:07 p. m.

En lugar de crear un nuevo tribunal supremo para juzgar a los miembros del Congreso y a los magistrados de la Corte, como propuso esta semana un desesperado gobierno de Uribe, debería dársele a la Corte Suprema todas las herramientas y todo el presupuesto necesario para que concluya lo más pronto posible, la investigación a todos los implicados en el proceso de la para política.

La cosa en bien sencilla. Hay 268 parlamentarios, ciento dos senadores y ciento sesenta y seis Representantes a la Cámara, más todos los reemplazos que han asumido ante las detenciones de los titulares. Falta un año y medio para concluir este período. Hay solo veintitrés Magistrados de la Corte Suprema, quienes además de este proceso deben continuar con sus obligaciones constitucionales rutinarias. Al dividir el número de posibles investigados por el número de investigadores daría una suma muy superior a las capacidades físicas y de tiempo disponible de cada alto juez.

El gobierno, si de verdad quiere contribuir despejar de una vez por todas las telarañas mafiosas y paracas que se apoderaron del país, debería darle a cada juez un equipo adicional al con que cuentan en la actualidad. Un equipo complementario de primera calidad para realizar las investigaciones y preparar los casos investigados, bajo la autoridad y dirección de los actuales Magistrados. Es decir, el camino ideal para avanzar lo más expeditamente posible es fortalecer la Corte y no debilitarla apartándola del proceso judicial y político, más importante que deba atravesar Colombia si quiere rescatar su democracia y su legitimidad.

La Corte contaría, como en los casos del juzgamiento de la Cosa Nostra en Italia, con todos los equipos técnicos investigativos y con un refuerzo de personal para abordar la inmensa tarea de juzgar a todos los congresistas involucrados en este gigantesco escándalo.

Contrario sensu lo que viene haciendo este gobierno es enfrentar la corte con cargas de profundidad que desestabilizan la legitimidad de nuestra justicia y generan mayor desconfianza hacia el propio gobierno que las utiliza. Por esa vía no se salvará nadie y, donde no se salva nadie, todos se salvan. A mi modo de ver este gobierno al lanzar propuestas improvisadas contribuye a la desesperanza que se ha apoderado del País y crea un clima de hecatombe, una tragedia tan avasalladora que, como cualquier terremoto de Armenia o avalancha de Armero, que terminaría borrando las huellas de delitos individuales para sepultarnos a todos en una gran mazamorra de barro y deshonra.

Colombia, su sociedad civil, lo poco que queda de los partidos políticos, los empresarios y, en general, todos los que creemos en el sistema democrático, a pesar de sus fallas, no podemos caer en esa trampa perversa. Sí, hay muchos involucrados, sí, hubo una gran penetración de la mafia en las instancias de poder, sí, este congreso es ilegítimo, pero debemos seguir juzgando a los individuos, a todos, sin convertir esto en un juicio a las instituciones de manera que termine deslegitimando lo que nos queda de nación y favoreciendo al “individuo delincuente” que se ampara en la desgracia colectiva para esconder su responsabilidad individual.

Con el fortalecimiento de la corte se deberían aprobar dos normas en la Reforma Política. La primera, ya discutida suficientemente, la silla vacía desde el primer indicio de vinculación de un Congresista con la para política y segunda, la no posibilidad de renuncia al Fuero para ser juzgado por la Fiscalía y no por la Corte.

Esto último lo propongo, no porque dude de la eficiencia o transparencia de la Fiscalía, sino porque de llegarse a un fortalecimiento de la Corte no tendría razón permitir que alguien, vinculado al proceso, se retire de un tribunal supremo y fortalecido para llegar a un tribunal ordinario, debíl y vulnerable. Y conste que esto lo dice alguien que podría resultar  favorecida con las detenciones de Congresistas.

 

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