Cosas que pasan

Antonio Casale
09 de octubre de 2017 - 03:00 a. m.

Recientemente me dijo Juan Carlos Osorio, que cada vez se convence más de que lo mental no es una parte del juego, lo es todo. La toma de decisiones en caliente, la ejecución de lo planeado, saber sufrir en la adversidad y mostrar resiliencia después de un evento traumático son consecuencia de la preparación mental para el éxito.

En el deporte de alto rendimiento todos se preparan, tienen conceptos tácticos y técnicos claros, unos más sencillos y otros más complejos, pero ahí no se marcan las pequeñas diferencias entre ganadores y perdedores. También hay cosas que pasan porque sí. A veces gastamos más tiempo del que deberíamos intentando descifrar la razón por la cual nos pasan eventos traumáticos. Cuando Paraguay, dicho por su técnico, jugaba peor, llegaron los goles, que no fueron consecuencia de la preparación del partido ni de jugadas de riesgo, sino de un partido muy loco, en el que cualquier cosa podía pasar.

Fueron dos errores puntuales de un gran arquero que en otras tantas tardes ha salvado a la selección de derrotas inminentes. No hay que buscarle más. El que ha jugado fútbol y el que no lo ha hecho, pero ha competido en alguna actividad, lo sabe. Estas cosas pasan. Si acaso existe alguna explicación, es mental. Errores en la toma de decisiones que resultan costosos.

En el deporte de alta competencia, normalmente los que saben gestionar el miedo y la presión de mejor manera son los que terminan imponiéndose. Pero hay casos como los del jueves, que sencillamente pasan porque sí. Pero también hay veces en que la correcta preparación o simplemente la superioridad técnica, física o mental terminan marcando diferencias. Es de esperar que mañana Colombia las haga valer.

Conocemos las bondades de los peruanos en materia ofensiva, esos balones a la espalda de los centrales buscando a Paolo Guerrero, sus salidas por las puntas y la velocidad para verticalizar son virtudes innegables. Pero sufren atrás. Se complican para volver al perder la pelota y se dejan manejar el ritmo del partido.

Mentalmente, Colombia debe mostrar su superioridad. Es cierto que el golpe reciente puede hacer mella. Sin embargo, tiene a su favor la memoria ganadora que lo llevó al Mundial pasado, las veces que ha superado los conatos de crisis con buenos resultados. Esa fortaleza mental se ganó con hechos como el de aquella tarde ante Chile, en la que después de ir perdiendo tras a cero logró empatar el juego y sellar el tiquete a Brasil.

En cambio, los peruanos mentalmente han construido poco en los últimos años. Si bien han jugado magníficamente las dos más recientes Copas América, a la hora de las definiciones no fueron capaces. El hecho de estar con su público puede ser un elemento contra. A medida que pasen los minutos, los nervios bajarán de la tribuna a la cancha, y si no los saben gestionar, será un factor a aprovechar por parte de los nuestros.

 

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