El 24 de enero, la Unesco celebró el Día Internacional de la Educación bajo el lema: “Recuperar y revitalizar la educación para la generación COVID-19”, con el objetivo de recordar su importancia para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y su rol como vector de paz.
En esa celebración estuvieron presentes distintos actores de la educación. Las discusiones se centraron en la necesidad de movilizar recursos intelectuales y financieros para analizar los problemas estructurales recurrentes y afrontar la interrupción forzosa de los procesos de aprendizaje debido al COVID-19.
Según la Unesco, actualmente 262 millones de niños y jóvenes siguen fuera de las aulas y 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni hacer cálculos. En África, solamente un 40 % de las niñas concluyen los estudios de secundaria y 4 millones de niños y adolescentes no pueden ir a la escuela.
En 2020, la pandemia provocó una interrupción histórica del aprendizaje en todo el mundo. Escuelas de 190 países tuvieron que cerrar sus puertas. Con la segunda ola de la pandemia en varias partes del mundo, se calcula que en 2021 alrededor de mil millones de estudiantes serán afectados por el cierre parcial o total de escuelas y universidades. Cotidianamente se potencializan algunos fenómenos, como: no aprendizaje, deserción escolar y aislamiento social.
Además, la ONU afirma que un tercio de los 1.600 millones de estudiantes que hay en el mundo no tienen condiciones para acceder a la modalidad de enseñanza a distancia, lo que denota una vez más las inmensas brechas existentes entre ricos y pobres.
Adicionalmente, dicha celebración abrió un espacio para dar a conocer importantes iniciativas emprendidas por gobiernos, instituciones y profesores para reconstruir sistemas educativos y resaltar las mejores formas de financiación para la educación de los menos favorecidos.
La Unesco también dio voz a la generación del COVID-19 para escuchar sus dilemas y sueños en un mundo que se reconfigura. Marcada por el virus, esa generación de jóvenes entre los 14 y 24 años ya es denominada por algunos expertos como la “confinada” y probablemente sufrirá el impacto de una fuerte recesión mundial y del cambio climático.
Según la Organización Internacional del Trabajo, la pandemia ha destruido sus empleos, su educación y ha creado obstáculos para que se incorporen al mercado laboral.
Sigue vigente la demanda de una educación de calidad y políticas públicas de inclusión y equidad para que los países puedan afrontar la pobreza y la desigualdad de género que dejan al margen del camino a millones de niños, jóvenes y adultos.
Que este momento sea también la oportunidad de repensar la educación desde una perspectiva crítica, humanista y creativa para que las nuevas generaciones puedan afrontar los grandes retos del siglo XXI.
Del mismo modo, es hora de revaluar el importante papel del profesor que, históricamente, no ha sido suficientemente valorado y que, en tiempos de pandemia, no ha abandonado el barco, sino que cambió el salón de clase por las plataformas, humanizando así la tecnología y estimulando a los estudiantes a seguir adelante a pesar de las adversidades.
*Profesora Universidad Externado de Colombia.