Comunidad y desarrollo

Crisis cafetera fomentará cultivos ilícitos

Uriel Ortiz Soto
02 de mayo de 2018 - 10:20 a. m.

Lamentablemente, cuando se avecina una crisis cafetera por la baja de precios, los mayores beneficiados son los pulpos que la manejan lucrándose del gremio; por lo general, suscriben acuerdos con el Gobierno por debajo de la mesa, razón por la cual las soluciones no llegan a los pequeños y medianos productores, cosecheros y demás administradores del oficio. 

El recurso humano de la Federación Nacional de Cafeteros está conformado por productores, recolectores y quienes manejan los oficios varios como los lavadores, secadores y comercializadores. Es claro que para cada uno de estos gremios no existen políticas que les permitan conocer sus deberes y derechos frente al Estado o, por decir lo menos, frente a Fedecafé.

Los proyectos de diversificación cafetera siempre han fracasado, puesto que no se formulan correctamente teniendo en cuenta los factores de desarrollo frente a los recursos humanos, que si bien son variados hay que sacarles el potencial de producción aplicando el esquema de las cadenas productivas y las alianzas estratégicas.

Es angustioso que el Gobierno, frente a la crisis que se vive en el Catatumbo y otras regiones cocaleras, aún continúe dando palos de ciego, sosteniendo todo un tren burocrático sin ninguna experiencia en la formulación de proyectos productivos y con el grave problema de que la crisis cafetera que se avecina agravará más la situación y, como consecuencia, el aumento de los cultivos ilícitos, especialmente de coca.

El Gobierno debe tener presente que los pequeños cultivadores de coca, lo mismo que los raspachines, en gran parte son pequeños y medianos productores de café que, ante la crisis que con frecuencia los golpea, deciden emigrar a las zonas cocaleras, donde sin muchos alardes y con contratos atractivos aseguran el sustento para sus familias. 

Si se hace un estudio pormenorizado de la población dedicada al cultivo de coca y oficios de la misma, llegamos a la conclusión de que son pequeños campesinos agobiados por las deudas en los bancos, demás entidades de crédito y prestamistas del gota a gota, y muchas veces para salvar su vida van a refugiarse en estos oficios en los que, si bien son ilícitos, encuentran una respuesta a sus más angustiosos problemas.

En consecuencia, la Federación Nacional de Cafeteros debería ser más consecuente y precisa con los pequeños y medianos productores del grano, puesto que, según estudios que hemos realizado, en su mayor parte se tienen que vincular a los cultivos ilícitos porque no encuentran solución distinta.

Sin embargo, valdría la pena que los organismos de control investigaran a dónde van a parar los recursos que fija el Gobierno para los caficultores que, según quejas recibidas de pequeños y medianos productores, no les están llegando o, cuando menos, en forma porcentual que no les soluciona en nada sus angustiosos problemas.

Sobre este tema vale la pena tomar como referencia los municipios de Tumaco y Catatumbo, entre otros, puesto que la guerra que se está viviendo en estos días tiene su origen en la falta de oportunidades para sus habitantes, a quienes los han enganchado con programas de proyectos productivos que la mayoría de las veces fracasan puesto que están mal formulados.

Seguimos insistiendo en que todo proyecto productivo, además de su evaluación frente al recurso humano y los procesos de desarrollo, debe estar encadenado y al mismo tiempo vinculado a una cadena estratégica, que le permita establecer controles de calidad para finalmente darlo a los mercados nacionales e internacionales.

Los procesos de agroindustrialización deben ser muy acordes con las exigencias de los clientes, puesto que de lo contrario no es posible buscar una estabilidad productiva y financiera, debemos entender que los mercados de la oferta y la demanda se rigen por precios, controles de calidad y los empaques y embalajes.

urielos@telmex.net.co

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