¿Crisis de valores o retroceso en derechos humanos?

Catalina Ruiz-Navarro
04 de abril de 2019 - 05:00 a. m.

El psicólogo estadounidense Jonathan Haidt se hizo famoso en Youtube por un Ted Talk en el que presenta una hipótesis para entender por qué hay personas con tendencias liberales o conservadoras frente a los debates sociales. A grandes rasgos, Haidt dice que las personas con tendencia liberal tienen también ciertas características psicológicas como la apertura a nuevas ideas, una preocupación por la justicia como reciprocidad; mientras que las personas con tendencias conservadoras están más preocupadas por el deseo de proteger y castigar a quienes hacen daño, el deseo de lealtad a un grupo y el respeto por la autoridad. En este modelo los debates morales en una sociedad están predestinados por ciertas características psicológicas, pero la mente e identidad humana no son tan sencillas. El hecho de que haya un tipo de personalidad predominante en un grupo no implica que todos los grupos sean homogéneos, que la gente no pueda cambiar de opinión a lo largo de su vida o que estas elecciones políticas no se vean afectadas por los contextos. En todo caso, sí es cierto que las personas que valoran más la seguridad que la libertad preferirán formas de gobierno más invasivas y controladoras; es decir, el trabajo de Haidt también les sirve a los políticos para intentar manipularnos.

No es que Colombia esté llena de gente con personalidades de tendencia conservadora, es que Colombia está llena de miedo. Por eso el miedo y la seguridad son tan efectivos como la zanahoria y el garrote del uribismo. Cuando los votos se sacan del miedo, la continuidad política depende de tener o fabricar una permanente amenaza. Es una estrategia que funciona muy bien en Colombia, un país lleno de amenazas reales, pero el uribismo también ha encontrado una bandera muy efectiva en la amenaza fabricada de la ideología de género, que por poco le sirve para tumbar el proceso de paz.

Con miras a fortalecer esta estrategia de miedo, mañana se llevará a cabo, en el Congreso de la República, la III Cumbre Transatlántica, un evento en donde se reúnen grupos antiderechos y políticos conservadores de todo el mundo para hacer estrategias transnacionales que restrinjan la autonomía de los ciudadanos con la retórica de defenderse de la supuesta amenaza de una crisis de valores. La crisis consiste en que hay un “relativismo” que ha derivado en una “sociedad líquida” resultado de la ofensiva de la “ideología de género, antinatalismo, populismo, corrupción y crimen organizado”. La retórica es eficiente porque mezcla problemas reales con problemas inventados. La solución, según los antiderechos, es “el fortalecimiento de la familia, el matrimonio, la defensa de la vida y la dignidad humana, la libertad de conciencia y religiosa, siempre desde la honestidad en el manejo de los recursos públicos”. Los antiderechos hacen un excelente uso del lenguaje de los derechos humanos para justificar legislaciones que controlen los cuerpos de las mujeres, limiten los derechos de las familias a aquellas con núcleos heterosexuales y violentan a las personas con identidades diversas. Restringir los derechos de las personas no sirve para reducir la corrupción o el crimen organizado. Y un buen uso de los recursos públicos comenzaría por no hacer estos eventos en espacios como el Congreso y siendo transparentes con los intereses económicos que hay detrás de la Cumbre. Pero es muy evidente que el evento es un simulacro: la Cumbre se trata de compartir estrategias para avanzar agendas autoritarias disfrazadas de bienestar social y “conservación de valores”.

Por supuesto, en el primer panel estará Álvaro Uribe. También participarán María del Rosario Guerra, Rafael Nieto Loaiza, Santiago Valencia, John Milton Rodríguez, Paola Holguín, Carlos Acosta, David Barguil (que poco va a trabajar, pero sí tiene tiempo para esto) y Óscar Iván Zuluaga. La ultraderecha colombiana, en primera fila, para aprender y compartir estrategias que sirvan para manipular a la ciudadanía con el miedo y así retroceder en materia de derechos humanos. Recordemos sus nombres, por si nos muestran lo que aprendieron en la próxima legislatura.

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