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Crisis global, ¿un nuevo paradigma?

Arlene B. Tickner
01 de abril de 2009 - 03:20 a. m.

Mientras que los ministros de economía, presidentes de bancos centrales y empresarios de los países miembros del BID festejaban sus 50 años y se promovía a Medellín como “vitrina ejemplar” de renovación urbana y social, y de lucha contra la pobreza, en otra parte de la ciudad centenares de organizaciones de la sociedad civil realizaban una anti-asamblea cuyo propósito era analizar los costos humanos y ambientales de las políticas de la institución.

Frente a su mandato de “acelerar el proceso de desarrollo sostenible económico y social, individual y colectivo”, el balance no podría ser más desalentador. América Latina es la región del mundo con mayores índices de desigualdad, presenta tasas alarmantes de pobreza y los niveles de inseguridad ciudadana se han disparado.

Al tiempo que el BID sesionaba, en Viña del Mar los autodenominados líderes progresistas, los presidentes de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, los primeros ministros de Alemania, Australia, España, Gran Bretaña y Noruega, y el vicepresidente de los Estados Unidos también discutían los desafíos de la crisis global. ¡Pero qué distintas fueron sus reflexiones en comparación con las del BID!.

El primer ministro británico, Gordon Brown —anfitrión de la reunión del G-20 de mañana— hacía un llamado para un “new deal global”, caracterizado por la actuación de los mercados y los gobiernos bajo los mismos principios éticos y la regulación transfronteriza de los mercados.  Por su parte, el presidente Lula exigía soluciones profundas y estructurales, y advertía que la comunidad internacional no puede seguir siendo prisionero de un paradigma que ya colapsó.

Soplan vientos de cambio que van mucho más allá de la coyuntura económica y financiera que vive el mundo. Y que apuntan al fin del neoliberalismo en tanto doctrina económica, modelo de desarrollo e idea de estado.  La crisis ha quebrantado la fe ciega en el laissez faire como principio ordenador de los mercados.  De forma similar, ha puesto en evidencia la fragilidad de la globalización neoliberal.  Ha puesto en entredicho el valor del libre comercio como garante del bienestar común y ha acentuado la xenofobia frente a lo foráneo, en especial los inmigrantes.

El mundo parece atravesar una especie de “regreso al futuro”. Se discute la necesidad de que el estado asuma un papel más activo en la creación de economías saludables y la promoción del crecimiento y el desarrollo con equidad.  A nivel internacional, y dados los altos niveles de interdependencia que existen entre naciones, también se habla de esquemas de cooperación más regulados y justos, que además, cumplan la tarea de satisfacer las necesidades de distintos tipos de país a la vez.

En Colombia se oía el argumento, tanto insólito como ingenuo, que el país estaba “blindado” frente a los efectos de la crisis global.  Aunque se habla ya de una “recesión a la vista”, estamos lejos de entender el impacto que el ocaso neoliberal está ejerciendo sobre la economía y la política, tanto a nivel internacional como dentro de los países.  Tal vez ha llegado la hora de considerarlo.

* Profesora Titular Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes

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