Publicidad

Crítica de la razón caribe

Ricardo Bada
02 de junio de 2009 - 02:55 a. m.

Poseo un libro que es una pequeña alhaja titulada Köche ohne zunge (que podríamos traducir como Cocineros sin paladar) y cuyo involuntario autor es un filósofo de gran calibre, altísimo exponente del idealismo alemán: Immanuel Kant.

El joyero es Jens Kulenkampff, quien ha recogido con paciencia de hormiga laboriosa (perdóneseme el pleonasmo) una gran cantidad de anotaciones manuscritas que el autor de la Crítica de la razón pura pergeñó en los márgenes de los libros que leía.

Elijo para verter al español media docena de anotaciones que dan una idea de la variedad y la complejidad de los temas abordados por Kant. Como esta de donde sale el título del libro: “Hay cocineros sin paladar. No vale la pena cultivar un placer que puede saborearse a diario”. Algún que otro apunte del buen don Manuel (que así lo llamaba el vasquísimo Unamuno) lo podría haber firmado Borges: “¿Por qué algunos días discurren todas las fantasías como si fuese el día siguiente, o como si mañana fuese el día que recién será pasado mañana?”. Y no deja de ser divertido pensar que ya en el siglo XVIII era público y notorio que los escandinavos empinan el codo con harta frecuencia, según delata esta pregunta de Kant, todavía hoy sin respuesta: “¿Por qué se embriagan tan a gusto, sobre todo, los pueblos nórdicos?”.

No faltan entre los pensamientos kantianos algunos que le habrían hecho fruncir el ceño a su más cercano déspota, por más ilustrado y rey de Prusia que fuese: “Los reyes, en su calidad de padres, maltratan a sus súbditos como a niños por cuya subsistencia y felicidad quieren velar ellos solos. Primero se incapacita a la gente para que no se pueda gobernar, y después de eso se disculpa el propio despotismo arguyendo que la gente no se deja gobernar”.

Concluyo mi apresurado safari por el riquísimo coto de caza que nos legó involuntariamente Kant, con una reflexión que tiene tanto de juiciosa observación como de prejuicio: “Si supiéramos cómo, uno de los medios más poderosos para dotar de influencia a la razón y darles fuerza a los motivos de la conducta, sería potenciar de tal modo dentro de nosotros la previsión de nuestro futuro juicio sobre aquello que hacemos ahora, que resultase igual a lo que enjuiciamos en el momento presente. El caribe vende por la mañana su hamaca y se lamenta por la tarde de que no tiene dónde echarse a dormir”.

A este último pensamiento, y recurriendo a la nomenclatura del propio Kant, ¿no es verdad que lo podríamos rotular como “Crítica de la razón caribe”?

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar