Crónica de un fracaso anunciado

Jorge Eduardo Espinosa
01 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

Esta semana quedará en firme el decreto que autoriza a la policía a confiscar cualquier dosis de droga que se porte y que se consuma en los espacios públicos del país. El populista discurso del gobierno Duque en el problema -que lo es- de las drogas nos pone de nuevo en el lugar de un país que va en contravía de lo que señala la evidencia y de lo que están tratando de hacer otros países como, por ejemplo, México. En las últimas semanas la señora Olga Sánchez Cordero, candidata del presidente electo Andrés Manuel López Obrador a la Secretaría de Gobernación, abrió el debate de la despenalización de la droga en su país. Dijo, además, que había llegado el momento de que la ONU se tomara en serio este debate y que, desde su dirección, apoyara una discusión que efectivamente implicara un cambio en la práctica. En el 2016, cuando Sánchez Cordero era magistrada de la Corte Suprema mexicana, votó a favor de permitir el cultivo, transporte y consumo de marihuana a los clubes de consumidores sin ánimo de lucro. Su argumento entonces, tan parecido al de Carlos Gaviria en la sentencia que en Colombia permitió la dosis mínima, fue: “no estamos ante una cuestión penal, sino de modelo de vida y libertad de la persona”.

Luego, respondiendo a las críticas, recordó lo que bien debió decirle el presidente Duque a Trump en su visita a Nueva York esta semana que pasó: ya en Estados Unidos hay 9 estados que legalizaron la marihuana recreativa y 29 que permiten su venta para usos medicinales. Mientras tanto, los mexicanos se siguen matando por miles en medio de una guerra contra las drogas que no ha servido para nada. Eso mismo dijo esta semana el ex presidente Ernesto Zedillo y otros políticos y académicos en un documento de la Universidad de Yale y del Centro de Investigación y Docencia Económicas que concluye lo que ya sabemos todos: la guerra global contra las drogas es un fracaso. ¿La solución? Se necesita la regulación, que implica despenalizar el uso y la posesión para uso personal de todas las sustancias ilícitas, considerar dejar el negocio en manos del Estado y liberar a quienes han sido encarcelados por delitos de drogas no violentos. Luego, en una cita del estudio, se lee “El intento por hacer cumplir la prohibición ha provocado más delitos, violencia, muerte, enfermedades, corrupción, así como debilitamiento de las instituciones y la violación de los derechos humanos”. Eso sí que lo sabemos los colombianos y los mexicanos, que tanta sangre y muerte hemos puesto en una guerra inútil.

En México, por ejemplo, julio de este año fue el mes más violento en los últimos 21 años. En los 31 días del mes se registraron 2.599 homicidios, y entre enero y julio se contaban más de 16 mil homicidios. Hay un evidente problema moral cuando la guerra contra las drogas mata a muchas más personas que la droga misma. La pregunta final vendría a ser por qué los países latinoamericanos estamos, so pena de que Estados Unidos nos mire feo, obligados a seguir criminalizando y prohibiendo una sustancia que ellos mismos están legalizando en parte de su territorio. Y sin embargo, el gobierno Duque dejará en firme esta semana un decreto que hace justamente lo contrario: dar poder a los policías para que, basados en el aspecto de la persona, pueda revisar bolsillos a ver si de golpe aparece un cigarrillo de marihuana. Nadie nos ha explicado cuál es la evidencia que sustenta esa decisión, ni para qué sirve confiscar dosis pequeñas que no se estén usando en el espacio público, ni cómo eso ayudará a reducir el tráfico de drogas, ni qué es lo que se pretende con esa medida.

Al final, pensará el presidente Duque, nada de eso importaba. No interesaba la evidencia, ni el fracaso de la experiencia que entendía el problema de las drogas como un asunto de policía, ni la opinión de los expertos, ni los estudios académicos, nada. Solo importaba que el presidente Trump, nuevo patrón de esta finca llamada Colombia, felicitara al gobierno colombiano por su “postura fuerte contra las drogas”.

Buen trabajo, presidente.

@espinosaradio

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