Cuatro años sin Chávez

Mauricio Jaramillo Jassir
06 de marzo de 2017 - 02:52 a. m.

Se cumplen cuatro años de la desaparición de Hugo Chávez, el hombre que se encargó de comprobar que, con el fin de la Guerra Fría, el mundo no asistió al fin de las ideologías, y que el socialismo, lejos de morir , podía revivir, reinventarse y emerger donde se asumía la prevalencia del libre mercado y la democracia representativa.

El comandante Chávez supo capitalizar las contradicciones insalvables de la prestigiosa democracia venezolana de la segunda mitad del siglo XX, a la que se identificaba como inmune a los regímenes militares que se impusieron en el Cono Sur amparados en la idea de contener al comunismo. Su irrupción en la escena política inspiró toda clase de pasiones y odios a nivel mundial. Chávez lideró los destinos de su país durante cerca de 15 años. Con aciertos y errores, en la coyuntura actual venezolana vale la pena indagar acerca de lo que ha cambiado tras su muerte. Así está Venezuela después del 5 de marzo de 2013, cuando el mandatario murió de un cánceral que no le pudo ganar la batalla.

El modelo económico poco o nada se ha transformado y la idea de corregir las imperfecciones del mercado por la vía del control de precios, subsidios y el aumento de la participación accionaria del Estado en actividades claves de la economía es elemento constitutivo del credo.

No obstante, dos diferencias marcadas develan la ausencia de Chávez. La primera pasa por la negación de acudir a las urnas, una tendencia que se volvió característica mientras gobernó. Apelar al constituyente primario para legitimarse se convirtió en el mecanismo expedito para conseguir lo que por otras vías resultaba dispendioso. Desde hace año y medio, el Gobierno ha entorpecido de manera directa la convocatoria de elecciones atípicas para el referendo revocatorio, lo que desdice de la idea de democracia directa impulsada por Chávez.

Pero el campo donde más sobresalen los contrastes es, sin duda, la política exterior. Desde 1999, Venezuela ocupó un lugar en la agenda internacional y emprendió labores con consecuencias que todavía son visibles. Se recuerda aún el discurso en 2006 que daba inicio a un nuevo período de sesiones de la Asamblea General de la ONU y en el que comparó a George W. Bush con el diablo. Allí mismo advirtió sobre los excesos de la guerra contra el terrorismo y el riesgo que corría el mundo por lo que se anidaba en Oriente Medio para contrarrestar semejante ofensiva liderada por Washington.

El mundo, sin excepción, padece las consecuencias desastrosas de la delirante guerra. La solidaridad con Palestina y las críticas a Israel también sugieren un perfil de gobernante latinoamericano diferente, comprometido con causas que, en el contexto actual de pragmatismo, no parece probable revivir. La creación de Unasur en 2008 y de Celac en 2010 también tienen el sello de Chávez.

En contraste, hoy Venezuela está aislada como nunca. Suspendida de Mercosurdesde diciembre de 2016 desde diciembre de 2016, enfrentada al secretario general de la OEA, y viviendo la hegemonía de gobiernos neoliberales en la zona, el nuevo régimen parece desdeñar el escenario internacional. Cuatro años sin Chávez equivalen a un período que se aleja de la transición y se acerca peligrosamente a una debacle. Cuatro años sin Chávez equivalen a un período que se aleja de la transición y se acerca peligrosamente a una debacle.

* Profesor U. del Rosario.@mauricio181212

 

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