El 17 de diciembre de 2014, después de 18 meses de negociaciones sigilosas, la intermediación del papa Francisco y con el histórico líder de la revolución cubana, Fidel Castro, aún vivo, Estados Unidos y Cuba anunciaron un nuevo rumbo en su relación bilateral.
En un momento mágico, el 19 de julio de 2015, después de 54 años, la bandera cubana volvió a ser izada en la Embajada de Cuba en Washington. La reanudación oficial de relaciones, con la reapertura de embajadas, puso fin a décadas de hostilidades. En 2016, el presidente Barack Obama entró a la historia como el primer mandatario de Estados Unidos que, después de 88 años, visitó la isla.
No obstante, el presidente Trump desde Miami, cuna histórica de la contrarrevolución cubana, anunció la cancelación de la normalización de las relaciones con Cuba. El acto protocolario parece cumplir con su promesa de campaña, atiende a las reivindicaciones de la comunidad cubana residente en Estados Unidos y demuestra fuerza y poder de decisión en uno de los momentos más críticos de su gobierno debido a las sospechas de injerencia de Rusia en las últimas elecciones presidenciales.
Durante su intervención el presidente Trump alzó la voz y afirmó que “ahora que soy presidente los Estados Unidos expondrán los crímenes del régimen de Castro y se pondrán junto al pueblo cubano en la lucha por la libertad”.
En su discurso el mandatario hizo mención a momentos complejos de la relación Estados Unidos-Cuba: “Estamos muy honrados de que nos acompañen los asombrosos veteranos de la Bahía de Cochinos”. La frase simbólica hacía alusión al 16 de abril de 1961, cuando aproximadamente 1.500 exiliados cubanos entrenados y financiados por la CIA iniciaron la invasión a Cuba desde el mar por Bahía de Cochinos. Conocida entre los cubanos como la “derrota yanqui”, Fidel Castro diría que después de Girón, “los pueblos de América Latina fueron un poco más libres”.
En otro fragmento se refirió a la Operación Peter Pan, organizada por el Departamento de Estado, la CIA y la alta jerarquía de la iglesia católica, con sede en Miami. Según los registros aproximadamente 14.000 niños salieron de Cuba conllevados por el temor de sus padres de perder la patria potestad.
Donald Trump en su simbólica alocución deja claro que su principal instrumento será el recrudecimiento del embargo. A partir de las nuevas directrices se limitarán las actividades económicas vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, las cuales poseen gran importancia en el sector público cubano, entre otras cosas.
Habrá un mayor control en los intercambios turísticos y educativos. Se restringe los traslados individuales que habían sido autorizados por el presidente Obama y los viajes con fines educativos y turísticos deberán ser en grupo. Se concederá un plazo de 30 días al Ministerio del Tesoro y del Comercio para emitir nuevas regulaciones.
No obstante, algunos temas fundamentales no fueron tocados: los acuerdos migratorios van a ser preservados y Cuba no regresará a la lista de instituciones que financian el terrorismo. Aunque en todo el continente se celebró la aproximación de Cuba y Estados Unidos, en los debates cotidianos o académicos sobre el tema siempre surgía la interrogante: ¿El objetivo de Washington era un cambio en su relación con Cuba, o apuntaba a un cambio en el régimen político de la isla desde adentro?
Por lo visto, a partir de la decisión de Trump la futura relación se detendrá en el terreno de los puntos más desafiantes. Por parte de Cuba, el levantamiento del bloqueo y la base de Guantánamo ya que el gobierno estadounidense se niega a devolver a Cuba el territorio ocupado de Guantánamo, donde instaló “ilegalmente” una base militar. Y por parte de EE.UU., elecciones libres, partidos políticos independientes, derechos humanos y liberación de presos políticos encabezarán la agenda.
Por lo visto, Estados Unidos en el mandato de Donald Trump seguirá manejando la relación con Cuba bajo una concepción clásica de guerra fría y “Cuba seguirá siendo firme y segura y asumirá cualquier riesgo”.
Quizás, los próximos tiempos serán de negociaciones lentas o temporalmente interrumpidas, sin embargo Independientemente de la voluntad de Estados Unidos, los principales líderes políticos y económicos del mundo reconocen la soberanía de Cuba y se relacionan con la Isla. Como bien dijo, el ex Secretario de Estado John Kerry “durante medio siglo aplicamos una política para aislar a Cuba y los que terminamos aislados fuimos nosotros”. Otros Tiempos!
*Profesora U. Externado.