Cuestión de plata

Yolanda Ruiz
17 de agosto de 2017 - 02:00 a. m.

No todo es cuestión de plata, pero cuando se trata de prioridades y presupuesto los números sí son claros y hacen evidente lo que importa y lo que se queda en segundo plano. Pasa ahora con los recortes en el presupuesto nacional. Nos enteramos en este debate, por boca de la exdirectora de Colciencias Paula Arias, de que “solamente Haití está por debajo de nosotros en la inversión en ciencia”. Un mensaje contundente sobre lo que somos. Es apenas obvio que unos sectores estarán siempre en los lugares prioritarios de la inversión, pero algunos están condenados, como Cenicienta, a las migajas. En algún momento se debe comenzar a emparejar la ecuación y hacerlo es una decisión política porque tiene que ver con el modelo de país que se quiere construir.

No se trata, como se ha argumentado, de un problema de vacas flacas por la caída en el precio del petróleo, porque históricamente algunos sectores como la cultura, la ciencia y la tecnología han tenido que convivir con la pobreza aun en las épocas de bonanza. Hay menos recursos hoy, es cierto, pero cuando hemos tenido más tampoco se han repartido bien. Ahora, cuando llegan los problemas de caja, de nuevo los mismos sectores olvidados “llevan del bulto”.

Protestaron los deportistas y en buena hora lo hicieron, pero no es fácil ser optimistas frente a los anuncios que surgieron ante la calentura de los medallistas. Se escucharon muchas promesas para apaciguar los ánimos de estas figuras en extremo mediáticas que se levantaron con justicia a reclamar. La directora de Coldeportes salió a calmarlos diciendo que los deportistas de alto rendimiento tenían garantizados sus pagos, pero no entendió que ese reclamo no era por los que ya se consagraron. Nuestras estrellas del deporte reclamaban por el futuro de los talentos que vienen pues los recortes se aplican a los proyectos de inversión en lugares apartados en donde una cancha, una pista, un gimnasio pueden ser la verdadera posibilidad de paz y alternativa para jóvenes que nacen con la incertidumbre por delante. Veremos si se logra revertir el tijeretazo.

Desde el sector de ciencia y tecnología tímidamente se han hecho pronunciamientos de algunos académicos y expertos que suelen ser menos mediáticos, más discretos, y por eso su queja no ha tenido ni el volumen ni el impacto que ha tenido la protesta de los deportistas. Eso no hace menos grave ese recorte que deja en la incertidumbre ni más ni menos que los procesos de construcción de conocimiento. Como las investigaciones y los doctorados no se pueden inaugurar para la foto y no es tan fácil repartir contratos para los que se requieren competencias especiales, pues importa poco lo que se destine a ese sector.

Recorte también en los recursos para el medioambiente justo cuando se comienza a entender que no hay futuro posible si no cuidamos lo que nos queda de planeta. Y las protestas por ese lado más bien pocas.

Se entiende que si hay menos se debe ajustar el cinturón. Ser responsable con el gasto es una obligación de cualquier gobierno, por eso el debate no es si se debe recortar o no, sino la decisión de por dónde se recorta. De pronto, en vez de quitarle al deporte, algo se puede ahorrar si se dejan de comprar tiquetes en primera clase, si los congresistas y demás funcionarios pagan su celular y su gasolina, como los demás mortales. Si se les paga menos a los asesores de imagen se le puede dejar un poco más a la ciencia. Si se cancelan los regalos, las publicaciones costosas, los eventos sociales, algo se rescata para cuidar las fuentes de agua. Recortar lo que sobra puede ser una buena fórmula, pero no lo que es esencial si queremos construir un país distinto.

 

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