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Culpa, maldita culpa

Diana Castro Benetti
15 de agosto de 2015 - 03:03 a. m.

Nacida antes que Adán pero certificada para occidente cuando Eva se puso de chisme con la serpiente, la culpa es la única que sabe de lo poco que hemos cambiado desde entonces. Fisgona y retorcida, sobrevive como las cucarachas. Feliz y descarada, permea cada célula sin que el anarquismo o las playas nudistas hayan podido expulsarla.

Desde que nos alejamos del paraíso, la culpa se trastea de cuerpo en cuerpo, de familia en familia y de moneda en moneda. Errante, se reproduce como pegamento invisible y nadie se percata de su existencia ni siquiera cuando todo está ya untado por su pus. Asesinó a las diosas, enterró la magia y decretó la pureza para quedarse con la doble moral. Maldita siempre porque esconde, porque enjuicia y porque reproduce el ciclo de la crueldad que el mundo respira.

Culpa es una madre porque defiende su derecho a decidir o culpa es el padre que nunca dará la talla. Culpa es el amante que se vende a su deseo y se atraganta con falsedades. Culpa es el jefe y su contentillo de la hora feliz.

Culpa es la adicción, el maltrato, el abandono, la ira. Culpa es el que vive escondido por nefasto, idiota o por cualquier otra cosa. Tan llenos de culpas estamos todos que volvemos pecado lo que no lo es y nos atamos a otros por las culpas que les señalamos o las que ellos nos lanzan encima. Raras, las culpas se reconfiguran con el progreso: muy punk y con tacones de glamour o compulsivas como las bulimias de las adolescentes y la pornografía de los adultos.

Culposa es ésta vida que por el miedo a todo, no se abre al cuidado del otro, a la oferta simple de la amistad o al compromiso solidario. Culposa una sociedad que peca, reza y empata. Da con una mano y quita con la otra. Culposa una sociedad que ve putas o santas sin darles ni voz ni opciones. Culposa la sociedad que sacude la cama para no ver la infidelidad creciente del corazón. Culposa la sociedad que trafica con cuerpos o hipoteca sus mujeres a las vírgenes imaginadas. Culposa la sociedad que hace culpables a sus inocentes y machos a sus hombres. Condenada culpa porque persigue la libertad y jamás llegará a ser ética o responsabilidad. Culpa, maldita culpa porque de ella jamás podrán florecer ni la sabiduría ni el amor.

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