Da igual

Aura Lucía Mera
19 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

Curiosidades de la vida. Me pongo a curiosear quiénes son los que dominan este mundo de ratas y qué edad tienen. Y lo que veo es que es la ley del embudo. Mientras a “los abuelitos” —va la madre, por si acaso— nos mantienen enjaulados, a los abuelitos normales —que somos 143 millones de seres humanos—, todas las ratas líderes —las que se reparten el ponqué mundial— están entre los 65 y 82 años. Hago la lista.

Donald Trump, ese ángel custodio de Estados Unidos, además de enfermo mental, tiene ya 76 años bien cumplidos. Daniel Ortega, el redentor de Nicaragua, otra bestia, ya llegó a los 74. Xi Jinping, el dictador donde se originó la pandemia, 67. Vladimir Putin, lleno de bótox y malas intenciones, 67. Hasán Rohaní, el bienhechor de Irán adicto al asesinato, 74. Sebastián Piñera, el chileno que encendió su país, 71. Jair Bolsonaro, mesiánico y demente, 65. Andrés Manuel López Obrador, torpe y terco, 67. Recep Tayyip Erdogan, otra pera en dulce que acaba hasta con el nido de la perra, 66. Angela Merkel, pragmática y con los pies en la tierra, 65. Cyril Ramaphosa, en Sudáfrica, 68.

Podemos seguir y seguir. El presidente Iván Duque se asesora, para encerrarnos, de Manuel Elkin Patarroyo y Rodolfo Llinás, y de su jefe el Ubérrimo, ya con 67.

Y nosotros, los abuelitos —va la madre, otra vez—, encerraditos, confinaditos, calladitos, sin derecho a pataleo, mientras las ratas hacen y deshacen a su antojo. Las ratas dueñas del mundo, las que dominan la economía, juegan a su antojo con la vida de millones de seres. Se pelean por la fórmula milagrosa de una vacuna para llenar sus arcas, las que siguen vendiendo armas para que continúen las guerras, las que dejan a la deriva a los inmigrantes.

Recuerdo Rebelión en la granja, de George Orwell. Cuando los animales, hastiados de la corrupción de los hombres, se tomaron el poder para hacer del mundo un lugar equitativo, sus mandamientos eran siete:

“Todo lo que camina sobre dos pies es enemigo / Todo lo que camina sobre cuatro patas, nada o tenga alas es amigo / Ningún animal usará ropa / Ningún animal dormirá en una cama / Ningún animal beberá alcohol / Ningún animal matará a otro animal / Todos los animales son iguales”.

Estas eran las propuestas del Cerdo Sabio, el Viejo, para que todos vivieran en paz. Y funcionó a las mil maravillas hasta que murió y quedaron a cargo Napoleón y Snowball, que empezaron a pelear por el poder a hocicazo limpio y todo terminó en el caos absoluto con persecuciones, matanzas, saqueos y lo que sabemos que sucede siempre.

Esta fábula, demoledora e implacable sobre la condición humana, nos corrobora que siempre existirán los trump, los putin, los piñera, los erdogan, los ortega, y cuando se mueran volverán los mismos con las mismas. Jamás podremos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar cada uno de nosotros y defender el derecho sagrado de los “mayores” a seguir vivos, opinando, cuestionando, saliendo si nos da la gana. No estamos muertos, apolillados ni idiotizados. En ese sentido, invito y convoco a una rebelión en la granja ya. Lo que suceda después ya lo sabemos... ¡y da igual!

Posdata. Una cosa es que todos nos cuidemos. Otra es permitir que nos encierren. Basta ya. Y estoy consciente de estar representando al burro, al cínico, ¡el más apasionante de esta historia! Me uno a Daniel Samper Pizano en esta rebelión.

 

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