David y Goliat

Luis I. Sandoval M.
05 de junio de 2018 - 12:00 p. m.

Dice el relato bíblico: “Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra” (1 Samuel 17).

Goliat era un gigante muy bien armado y David un jovencito inerme. El hecho de que David hubiera derribado a Goliat solo con su honda de pastor ha entrado en el imaginario de los pueblos como la posibilidad de que, en determinadas condiciones, una gran fuerza sea vencida por una pequeña fuerza.  

En la competencia democrática no se trata de herir ni de matar a nadie en sentido material, se trata de vencerlo mediante el recurso a las piedrecillas de la palabra, la opinión y el voto. Por ello la actual situación colombiana en vísperas de la segunda vuelta presidencial el 17 de junio, con Petro y Duque  como competidores finales por la presidencia, puede asimilarse al episodio de David y Goliat. 

Duque es Goliat porque expresa bien el sentir de las elites conservaduristas, tradicionales y emergentes, que se consideran invencibles porque durante más de doscientos años han tenido y siguen teniendo poder y dinero para hacer y deshacer, para ilusionar, tergiversar y comprar; ellas han convertido la política -por privilegios, abuso de poder y corrupción- en algo vil y despreciable.

Petro es David porque expresa bien el sentir de mayorías que, sin otro medio que su trabajo y su  voto, luchan por dignidad, derechos, participación, cuidado de la naturaleza, presente y futuro mejor para sus hijos. Petro y sus plazas llenas de gentes entusiastas que sienten, piensan y actúan con la lógica de la vida le están devolviendo el sentido y majestad primigenia a la política y la democracia como “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. 

La honda de Petro está hecha con las potentes cuerdas de las ciudadanías. Petro apeló a ellas cuando participó en la gesta comunitaria del Barrio Bolívar 83 en la Ciudad de Zipaquirá, cuando enfrentó la destitución arbitraria como Alcalde de Bogotá con movilización sostenida en la Plaza Mayor de la urbe (2013-2014), y ahora ellas estarán en 1 millón de votos provenientes de los espacios de Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, 1 millón de votos de jóvenes que ya no se ilusionan con la rebelión pero que no desisten de la rebeldía, 1 millón de votos de las mujeres que asumen a Ángela María Robledo, la Vicepresidenta, como símbolo válido de que las mujeres significan calidad y cantidad, 1 millón de votos de los movimientos sociales que saben que sus conquistas serán plasmadas en planes de gobierno y políticas públicas… 

Y 1 millón que falta lo ganará Petro directamente como resultado de los debates con Duque, o porque Duque  le saca el cuerpo a los debates… Estos nuevos 5 millones de votos se suman a los 5 millones que ya tiene. Petro será elegido presidente de Colombia por 10 millones de votos. Claro, si en 15 fugaces días se desata la sinergia necesaria. Supone gerencia eficaz, comunicación seductora y mucha capacidad de acoger la enorme creatividad que se advierte desde los rincones más insospechados. 

Petro sabe construir la honda para derribar al gigante: está planteando no simples adhesiones, que se producen incontenibles de todos lados, sino un acuerdo sobre lo fundamental para un gobierno compartido. En la práctica se trata de una muy amplia coalición sobre muy pocos puntos: paz, transparencia, equidad. La inspiración es la lógica de la vida y lo que se busca es hacer realidad la república unitaria y democrática plasmada en el preámbulo y artículo 1° de la Constitución. 

Así derribará Gustavo Petro al terrible Leviatán que se esconde tras las buenas maneras y facciones juveniles de Iván Duque. David, una vez más, vencerá a Goliat.

Continúa el horror. De nuevo un homicidio pone de luto a los líderes sociales de Colombia. Esta vez se trata de Carlos Jimmy Prado Gallardo, líder social y Defensor de Derechos Humanos delegado nacional del espacio de consulta previa de negros, afrocolombianos palenqueros y raizales en Nariño. Un régimen político que no garantiza la vida merece destitución sin vacilación. La oportunidad es el 17 de junio.  

Irregularidades. Setenta mil (70.000) alteraciones en formularios E-14 son una muestra contundente de la porosidad a la intervención abusiva que tienen la organización electoral y el sistema informático que está utilizando la Registraduría. Más votantes que habitantes en 82 municipios señala la MOE. No eran infundadas las alarmas tempranas, incluida esta columna, que se prendieron en días anteriores al 27 de mayo. La votación de segunda vuelta el 17 de junio tiene una situación de riesgo similar a la de Hidroituango. Hay que conjurarla, ni tragedia humana ni tragedia política. Si el resultado de la votación fuera reñido, como puede ser, cualquier número de irregularidades, generaría justificada zozobra. El Registrador parece incurrir nuevamente en negligencia calculada. El Fiscal General no puede quedarse en anuncios de cosas graves, debe hablar ahora para que los serios problemas que él ve venir no se presenten. A futuro: imprescindible la reforma del sistema electoral.  

lucho_sando@yahoo.es 

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