De posesiones y exorcismos

Oscar Guardiola-Rivera
09 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.

No, comandante No. No escribiré de lo mismo. De lo que todos hablarán esta semana. De la pompa y circunstancia de su ascenso al poder, o mejor, de la disimulación en la que consisten las posesiones. Rituales vacíos, al menos en el sentido en que no se puede tomar lo que ya se tiene (y ustedes, armados hasta los dientes, siempre lo han tenido) y más aún si quien toma posesión lo hace a nombre de otro, como testaferro del testaferro.

Olvido que aunque usted se posesionará como “comandante en jefe de todos los colombianos”, según su propia formulación, es usted en verdad el subcomandante. Si Marcos en el sur de México se autodenominó “subcomandante” para expresar que él es un simulacro del pueblo y no el pueblo mismo, lo que es verdad, en sentido contrario lo rebautizo “subcomandante No”, para expresar la falsedad que implica el representarse como jefe militar de todos lo colombianos, civiles y militares, otra falsa equivalencia, sino también la farsa en que consiste representarse como comandante cuando sabemos todos que usted tiene su propio comandante. Tantas falsas reduplicaciones dan lugar al error y la mentira.

El ritual disimulado de una república y una democracia que no lo son, puesto que el pueblo no es quien se hace presente y el país se concibe más bien como una finca de recreo en las afueras de Antioquia que o bien cambia tan sólo de dueño entre la mismas dos o tres familias de siempre o ni siquiera eso, pues se usan todos los medios, inclusive los más violentos, para asegurarse de que la finca nunca cambie realmente de dueño, que el pueblo representado o disimulado no se convierta en dueño y que la finca nunca se convierta en verdadera república democrática.

Para adicionar una más a esta lista de lo falseado, el partido en cuyo nombre usted gobernará ni es de “centro”, ni es democrático, y ni siquiera conservador en el sentido originario de los conservadores antimodernistas, que por serlo de manera consecuente también son anticapitalistas.

Ustedes, como todos los políticos de “centro” hoy, son en verdad neoliberales y ultraconservadores que buscan restaurar el gobierno de la Falange, como en la España posrepublicana que a partir de esta semana representan en su España de origen Casado y los mal llamados populares, o en el Chile de Pinochet. Que no es lo mismo que los fascistas italianos o sus primos hermanos nacionalistas alemanes, aunque todos pertenezcan a la misma familia. La misma familia. La mera repetición de lo mismo. Es eso lo que quienes hemos declarado nuestra oposición al gobierno que se posesiona presentamos como alternativa verdadera: no lo mismo para todos, ni el todo da lo mismo. No un mismo comienzo sino uno diferente. Quizás no sea broma aquella de que dada la posesión se requiere un exorcismo.

 

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