¿De qué hablamos?

Cristo García Tapia
27 de junio de 2019 - 05:00 a. m.

¿De la recesión económica? No. No hay recesión. ¿De la burbuja inmobiliaria? No. No hay burbuja inmobiliaria. ¿Del estancamiento de la producción? ¿Cuál producción? No. No hay producción. ¿Del aparato productivo incompetente? No. No hay aparato productivo. ¿Del déficit en la cuenta corriente de la Nación? No. No hay tal déficit entre lo que se exporta y lo que se importa.

Entonces, ¿de qué hablamos? ¿De los altos subsidios a los “productores locales de etanol y aceite de palma, biodiesel”, caña de azúcar y palma africana, a los cuales, según Salomón Kalmanovitz, EL ESPECTADOR, lunes 24 de junio de 2019, se les “reconoce” un precio de $7.569 y $10.187 por galón, 50% y 59% más del precio del galón respectivamente en el mercado internacional, con el consecuente y real encarecimiento del precio del biocombustible para los consumidores locales?

No. No son subsidios ni nada que se les parezca. Es una merecida, justa y bien ganada “protección” recibida por los favores y apoyos entregados en el mercado electoral, reviran los productores nacionales de etanol, frente a sus homólogos norteamericanos, o de cualesquiera otros en el mercado internacional, que lo venden a precios muy inferiores.

¿De qué hablamos? ¿De los falsos positivos? No. No hay “falsos positivos”. Es mala prensa, tirria de la izquierda internacional contra Duque, intromisión de la ONU en los asuntos internos de Colombia. ¿De litros de sangre por líder social y guerrillero desmovilizado asesinado? No. De eso no, mencionarlo siquiera es antipatriótico, canalla, publicidad engañosa del NYT y El País de España; es hacerles el juego a coroneles y a uno que otro general resentidos porque sus soles no les alumbran el ascenso. Por tanto, de eso está terminantemente prohibido hablar.

Entonces, ¿de qué hablamos? ¿De la corrupción? No. Ni pensarlo, porque, para gloria del eterno, de esa pandemia y de su agente transmisor, la mermelada contaminante y adictiva, no sufre Colombia, pues una y otra fueron exterminadas de la faz de la nación el 7 de agosto y sus funerales de Estado, con cargo al Presupuesto General de la Nación, celebrados con jubileo y decreto de honores en letras de oro, que no de cambio, este solsticio de verano en los augustos recintos del Congreso de la Republica.

¿Del glifosato? ¡Alto! Ahí sí que corre riesgo de morir “auto envenenado” quien ose decir, hablar, de tan letal veneno en esta fértil tierra, pues ningún nacional, solo María Isabel Aro, puede hablar, y bien, del glifosato como la contra milagrosa para erradicar de una vez y por siempre nuestros ubérrimos plantíos del hipnótico, productivo, rentable y… etcétera, arbusto.

¿De qué hablamos? ¿De la alta productividad en el sector real de la economía con el modelo de erradicación manual de los cultivos de coca desarrollado por el equipo económico del Presidente Duque? ¿Del crecimiento de nuestra economía a tasas superiores a las de Estados Unidos y China en periodos de tiempo inferiores a 180 días, basados en el modelo de erradicación manual de coca? ¿De qué, con quien, cuándo, hablamos?

* Poeta.

@CristoGarciaTap

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