De tesoros y huracanes

Juan Carlos Botero
19 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

Cada año por estos meses llegan puntuales los huracanes al Caribe, y el lugar que más los sufre en EE.UU. es la Florida. Por eso este estado es el preferido de los cazadores de tesoros, por sus aguas cálidas y cristalinas, y porque cuenta con el mayor número de barcos hundidos de toda Norteamérica.

Basta mirar un mapa para entender por qué. Después de Alaska, la Florida es el estado con más territorio costero del país, y durante siglos han desfilado miles de naves frente a sus playas, empezando con los galeones españoles que surcaron sus aguas entre 1513 (cuando fue descubierta la península por Juan Ponce de León) y 1778 (cuando se acabó el sistema de convoyes). Al regresar a España, las flotas (que podían superar el centenar de naves por estrategias de seguridad) zarpaban de La Habana con las bodegas llenas de riquezas y mercancías recogidas en Cartagena, Portobelo y Veracruz, y apenas dejaban las costas de Cuba se acercaban con cautela a los cayos del sur de la Florida, navegando a través del canal de las Bahamas en busca de la corriente del Golfo: el poderoso flujo de 50 millas de ancho y 1.500 pies de hondo que se desplaza a unas nueve millas por hora, y a la altura del cabo Hatteras, en Carolina del Norte, vira con rumbo nordeste hacia Europa. Aprovechar esa corriente le recortaba a la travesía semanas de navegación, de modo que, a juicio de los almirantes de la Corona, el riesgo era justificado. Sin embargo, la zona está punteada de bajos, escollos, arrecifes y arenales; los piratas patrullaban esas aguas sin descanso, y los temporales azotan la región durante seis meses cada año. Según el Centro Nacional de Huracanes, 467 ciclones tropicales han castigado el hemisferio del Caribe desde 1492, y han reclamado cientos de miles de vidas (sólo en Barbados, en 1708, murieron 22.000 personas por un huracán). En suma, el trayecto por los litorales de la Florida, con los peligros, las dificultades y las limitaciones de la época, era una aventura temeraria, y la prueba es que de las 36 naves que zarparon de Cádiz con destino a Veracruz en 1552, sólo dos regresaron a España. Y de las tres flotas más famosas de todas, la de 1622, la de 1715 y la de 1733, con más de 62 embarcaciones principales en total, 42 perecieron en la Florida.

Sin embargo, por eso mismo estas aguas están llenas de tesoros hundidos. Y varios hallazgos han sido incréibles. Se sabe que Mel Fisher descubrió el galeón español Nuestra Señora de Atocha en 1985, pero en mayo de 1964 él hizo su primer hallazgo grande en la Florida: 1.903 doblones de oro y 2.500 cabos de barra. Por su lado, Robert Marx descubrió el naufragio de Nuestra Señora de las Maravillas, hundido en 1656, y en un solo día desenterraron cinco toneladas de lingotes de plata, 12 discos de oro de cinco kilos cada uno, 50.000 monedas de plata, más de 100 doblones de oro, un colmillo entero de elefante y varias esmeraldas aún sin cortar, una de las cuales superó los 100 quilates y se evaluó en un millón de dólares.

Lo cierto es que con cada huracán se mueven y alteran las arenas del fondo, a menudo revelando tesoros hundidos durante siglos. Porque todo huracán deja una estela de daños, lágrimas y tragedias, pero también, a veces, revela maravillas que yacen dormidas en el lecho del mar. Al menos eso tienen de bueno.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar