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De un maestro

Cartas de los lectores
13 de agosto de 2015 - 04:24 a. m.

La tendencia más agresiva contra la llamada tercera edad la dejó en evidencia nadie menos que la directora del Fondo Monetario Internacional, Chistine Lagarde, cuando advirtió que los ancianos son un riesgo demasiado grave para la economía global y “hay que hacer algo” (Juan José García Posada, El Colombiano, 4/08/15).

Los maestros  de Colombia vinculados antes del 80 tienen derecho a permanecer en el servicio hasta la edad de  65 años, cuando  se da el retiro forzoso, según concepto de la Procuraduría que respaldó el fallo de la Corte Constitucional donde declara exequible el decreto que adopta nuevas normas para ejercer como docente. 
 
Hoy en día pocos maestros estamos con el derecho a la doble pensión de jubilación y la compatibilidad de jubilación y salario, derecho refrendado en la Ley 344 de 1997.
 
Personalmente estoy de acuerdo de que el maestro, si goza de cabal salud, se quede; además es la única  alternativa con las dos pensiones de ahorrar y recuperarse económicamente, ya que los pírricos salarios a los que nos tiene acostumbrados el Gobierno no dan sino para vivir en permanentes angustias y apuros económicos. Además, la experiencia vale mucho no se improvisa.
 
Me he preguntado: ¿por qué un docente es viejo por decreto a los 50 años y la reforma pensional  los declara viejos a los 62 años?
 
El Estado se quiere ahorrar recursos económicos al subir la edad de pensión, de tal manera  que lo  se busca es que es que el maestro disfrute  la pensión en los pocos años que le queden de vida o, en el peor de los casos, le envíen la resolución  de jubilación pero a la tumba;  la pensión llegará  justo a tiempo para pagar los gastos que derivaron el entierro, por lo costosos que son.
 
Que sea solamente el maestro quien decida la fecha de su retiro, sin la presión de los compañeros jóvenes que lo mantienen cuestionando, sabiendo que ellos también llegarán a la tercera edad y peor aún con una sola pensión y sin muchas primas que el Estado ha ido quitando.
 
Lo más denigrante ante la sabiduría que da el saber y la experiencia es que  los maestros compañeros que se salieron cuestionan por qué se sigue trabajando; es como una envidia rastrera que los atormenta.
 
En las Instituciones Educativas  los maestros pensionados o próximos a retiro forzoso están recibiendo un trato indigno al darles  grupos que no están de acuerdo con sus experiencias y el mensaje es: “¡Renuncian o renuncian, carajo!”.
 
La figura del maestro ha perdido mucho estatus social a través de los años y ahora los maestros parecen existir para ser insultados por algunos padres de familia y alumnos en general.
 
Quien te lastima te hace fuerte, quien te envidia te hace valioso, quien te critica te hace importante. Y a veces es divertido saber que aquellos que desean lo peor… tienen que soportar que siempre te ocurra, ¡lo mejor!
 
Mario Quintero Martínez. Profesor, IE  Héctor Abad Gómez, Placita de Flórez, Medellín.
 
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

 

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