¡Decencia para gobernar: audacia para votar!

Luis I. Sandoval M.
27 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.

En obra sobre Gaitán el maestro Antonio García Nossa escribió estas agudas líneas que casan perfectamente con las circunstancias de hoy: 

“La política colombiana no ha tenido grandeza, porque ni sus clases altas son espiritualmente grandes, ni su política ha sido otra cosa que maniobra, táctica, arte menor de administrar el poder y manejar los resortes de los mercados electorales, no política de principios. Por eso la ley de hierro de nuestro sistema de representación electoral es la corrupción de los partidos que ejercen su turno de gobierno, ya que ese sistema no persigue expresar una voluntad del pueblo sino suplantarla. Suplantarla impidiendo que el pueblo tenga conciencia de su poder, de sus derechos, de su papel republicano y manteniéndolo como “una polvareda de hombres”: la misma montonera, heroica pero ingenua, que transita el camino de las guerras civiles o de las luchas electorales”. 

A ese luminoso párrafo agreguemos la acertadísima observación de otro Antonio (Navarro): “El problema es que el fracaso de ellos no se puede transformar en nada si no hay una alternativa viable, una alternativa que plantee cómo es un camino distinto. Porque el problema es que las fuerzas tradicionales fracasaron total y absolutamente, pero como nadie se los cobra siguen reproduciendo el fracaso. Y esa es la tragedia de Colombia, la tragedia latinoamericana, y los caminos de los que queremos cobrar también fracasaron, son inviables; entonces nadie cobra y ellos siguen en el poder, simplemente”. 

Las cosas han sido así, pero no tienen que seguir siendo así. Hay que superar el fatalismo, el complejo de que “al pueblo nunca le toca”, y tomar muy en cuenta a otro Antonio (Gramsci): “Los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, aun cuando se rebelan y sublevan: solo la victoria “permanente” quiebra, y no inmediatamente, la subordinación”.

En Colombia hay un acumulado y una potencialidad en las experiencias de movilización y de participación electoral popular que, si logran inspirar un curso sostenido de acción que se caracterice por la decencia y la audacia, con seguridad nos pondremos en camino de una victoria “permanente”, como dice el tercer Antonio en respuesta a los dos primeros. Hay con qué, pero toca administrarlo bien.  

Recuérdense el Paro Cívico de 1977; el surgimiento de la CUT en 1986; el Mandato Ciudadano por la Paz, la Vida y la Libertad en 1997; el Polo Democrático y la votación de más de 2,6 millones por el maestro Carlos Gaviria en 2006; los tres triunfos consecutivos en Bogotá; la oleada de movilización social reciente, la más grande en 40 años; los 100 millones de personas que salieron a la calle (votos con los pies) por la paz en los 28 años pos-Constitución del 91. Todo hay que hacerlo converger hoy en una opción de poder.   

Decencia para gobernar, audacia para votar. Estas son dos cosas que muchísima  gente espera hoy de la política y está dispuesta a secundar y apoyar, por eso Petro y Fajardo siguen de primeros en las encuestas, por eso el 11 de marzo quienes nos sentimos pueblo y queremos la “restauración moral de la república” vamos a votar por las listas que están vinculadas a esas candidaturas: las listas de la Coalición Colombia (Compromiso Ciudadano, Verdes y Polo) y la Lista de la Decencia que congrega candidatos y candidatas de fuerzas transformadoras. 

Numerosos son los nombres que merecen el voto en coherencia con lo expuesto. Aquí propongo unos, como ejemplo, de personas competentes y verdaderamente decentes: para Senado, Rafael Ballén #8 y Gloria Flórez #10 en Lista de la Decencia; Iván Cepeda #10 en lista Polo; para Cámara por Bogotá, Ana Teresa Bernal #110 en Lista Decencia, Inty Raul Asprilla #101 en lista Verdes, Alirio Uribe #110 en lista Polo. 

El voto no puede ser por los mismos con las mismas. Necesitamos decencia para gobernar, audacia para votar. ¡Fuera los corruptos, que se vayan todos, que se vayan ya! 

lucho_sando@yahoo.es

 

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