Democracias ingobernables

Alvaro Forero Tascón
12 de agosto de 2019 - 05:00 a. m.

Cuando no hay gobernabilidad hay ingobernabilidad, que hoy en el mundo significa la incapacidad de las democracias para hacer grandes cambios.

Hoy Colombia comparte algunas de las características de bloqueo político de países como Italia, Reino Unido, España, Francia y Estados Unidos. España no ha podido conformar un gobierno hace meses, la inestabilidad del italiano llevó a elecciones prematuras, Reino Unido tiene un partido mayoritario que no logra mayoría en el parlamento, el Congreso de Estados Unidos está prácticamente paralizado esperando elecciones al final de 2020. El presidente Emanuel Macron dijo: “Francia es un país irreformable”.

En un artículo titulado Democracias Ingobernables - Coaliciones del Caos, The Economist plantea que “los países occidentales no son ingobernables en el sentido de parálisis por disturbios o crisis. No han perdido el control en las calles. Ni son el Congo. Pero sus gobiernos están marcados por disputas y son muy débiles para implementar grandes reformas a las pensiones o a la seguridad social. No son imposibles de gobernar en el sentido de caóticos o anárquicos, pero más de uno es ingobernable en el sentido de que sus gobiernos no pueden hacer nada de importancia”.

Señala cuatro condiciones que marcan la ingobernabilidad. Cuando el partido más grande no es mayoritario en el Congreso o los partidos no logran construir una coalición estable. Cuando los gobiernos no son capaces de pasar leyes básicas, como la del brexit en el Reino Unido. Cuando se corrompen las normas constitucionales de manera sistemática, buscando incrementar el poder del gobierno en detrimento del balance de poder. Y cuando hay grandes manifestaciones en las calles, como las de los chalecos amarillos en Francia.

En Colombia se dan las cuatro condiciones, aunque algunas de forma atenuada. El partido de gobierno no es mayoritario, y la coalición con que ganó las elecciones se desmontó para dejarle los cargos públicos y la contratación, y algo, al Partido Conservador. Como con el brexit, el Gobierno ha intentado sin éxito reformar el acuerdo con las Farc, su principal promesa de campaña. Aunque el presidente Duque respeta el Estado de derecho, con las objeciones a la JEP intentó saltarse una sentencia importante de la Corte Constitucional. Y las manifestaciones en contra del Gobierno, que no han terminado, lo han hecho retroceder luego de insistir en imponer la autoridad.

El gobierno Duque sostiene que la gobernabilidad implica corrupción y puede gobernar sin mayorías partidistas. Pero la realidad es que su debilidad para sacar adelante las promesas electorales y cumplir con reclamos populares urgentes como las normas anticorrupción y reformas como la política y judicial, generan la sensación de ingobernabilidad. Lo convierten en un gobierno minoritario, en un sistema político presidencialista diseñado para gobiernos de mayorías.

La pregunta es por qué un país como Colombia comparte las dolencias políticas de los países ricos. Una de las explicaciones es que sufre la misma pandemia del populismo de derecha. Unos partidos o caudillos desde el gobierno y otros desde el Congreso, en todos estos países el populismo es la fuerza que domina y arrodilla a la política.

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