Desafíos

J. William Pearl
11 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

Las crisis gustan a Donald Trump y eso es lo que está generando una columna de The New York Times en la que quien la escribió anónimamente afirma que está en su cargo para cuidar a los Estados Unidos de Trump. Esa es una afirmación bastante fuerte, pues deja entrever que el radicalismo del presidente tiene opositores hasta dentro de su administración. ¿Qué tanto afectará esto el resultado de las elecciones parlamentarias en noviembre?

Todo empezó hace unas semanas cuando Michael Cohen, antiguo abogado de Trump, se declaró culpable de ocho ofensas federales; de otro lado, el martes pasado diferentes medios de comunicación, entre ellos CNN y The Washington Post, hicieron públicas las declaraciones de Bob Woodward en las cuales habla sobre su libro Miedo: Trump en la Casa Blanca, en el cual personas del equipo de Trump se refieren al presidente como “idiota y pendejo” entre otros términos peyorativos.

A Donald Trump parece que le gustan las crisis, pues las crea, convive con ellas y parece hasta disfrutarlas. Crisis en idioma chino quiere decir oportunidad, pero el mundo se pregunta con qué objetivo las genera, ¿cuál oportunidad? Esta vez la crisis viene de sus propias filas y de personas que hacen parte de su gobierno. Esto es muy grave y quiere decir que no representa a toda el ala conservadora. Es cierto, no se puede representar a todos, pero de allí a infiltrarse para frustrar parte de su agenda es otra cosa, que muestra la gran división interna que existe dentro del gobierno.

Las elecciones al Congreso en noviembre están siendo políticamente distintas, pues Barack Obama está muy activo haciendo campaña con el fin de obtener mayorías en ambas cámaras, lo cual al lograrse puede significar que el Congreso podría sacar a Trump de la Casa Blanca.

Hace muchos años que un expresidente norteamericano no hace campaña, la tradición que se estila es que se dedican a su biblioteca y a dictar conferencias. Obama, quien ha visto su legado destruirse poco a poco, entró en la campaña y esto es apenas natural, pues el presidente Trump debería saber que una acción genera una correspondiente reacción.

Trump está jugando con fuego y debe entender que esto no es The Apprentice, ser el presidente de la nación más poderosa del mundo es algo muy serio y como tal debe asumir el cargo, que no permite ser tan poco diplomático. Además, debe tener claro que lo que está haciendo genera reacciones adversas a los intereses de la nación como pocas veces se había visto. En lugar de construir parece que quisiera destruir. Ahora a los funcionarios más cercanos les pondrán detector de mentiras; si el resultado es que fue el vicepresidente quien mandó la columna, la problemática interna generará un caos. Indudablemente esta actitud afectará los resultados de las elecciones en noviembre, falta ver qué opina el pueblo americano.

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