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Desconexión política

Alvaro Forero Tascón
27 de octubre de 2008 - 01:03 a. m.

LA SENSACIÓN DE INESTABILIDAD que vive el país se debe a que mientras la problemática internacional está impulsando cambios en la situación nacional, el Gobierno sigue aferrado a los métodos que le funcionaron en el pasado. Esa desconexión entre las políticas y las necesidades de la coyuntura es en muchos casos la causa misma de los problemas.

La desconexión es evidente por todas partes. En medio de la crisis democrática de la región, el Presidente niega que haya desbalance de poderes mientras consolida su influencia decisiva sobre las instituciones del orden nacional e impulsa con artificios su reelección indefinida. Hace negación de la posibilidad inminente de un cambio estructural en la política norteamericana, prestándose mansamente al juego de los republicanos contra los demócratas con el TLC. No toma medidas de fondo para enfrentar la crisis económica mundial. Trata de doblegar a la Corte Suprema de Justicia con una reforma judicial inviable. Agrava las protestas indígenas con represión. Niega el espionaje del DAS a la oposición.

El éxito político de Álvaro Uribe se debió a que la gente creyó que las mejoras económicas y de seguridad provenían exclusivamente de la seguridad democrática y la confianza inversionista, a pesar de que Uribe ha sido más un administrador efectivo que el autor de la coyuntura históricamente favorable que le correspondió. Pero el hecho es que los colombianos creyeron que la receta uribista era original y permanente.

Por eso, cuando el uribismo comience a culpar de sus problemas a la coyuntura mundial, estará develando uno de sus grandes secretos: que la nave uribista debe su impulso más a los vientos internacionales que a políticas exitosas, y que su proyecto político se debe más al apalancamiento ideológico y político de George W. Bush en temas como las Farc, Hugo Chávez, la reelección o la política económica, que a la autonomía política de Uribe. Y estará dejando en evidencia que la mítica sintonía del Presidente con su pueblo ha obedecido más a condiciones prestadas que estructurales.

Ningún presidente colombiano ha dependido tanto del entorno internacional como Uribe, y así como se alimentaron desde el exterior las condiciones favorables para el uribismo, el cambio significativo de las condiciones económicas y de los fundamentos políticos internacionales van a tener un impacto igualmente importante sobre el desempeño de la coalición de gobierno.

Si la confianza inversionista es reemplazada por desconfianza inversionista, y la prioridad del antiterrorismo por la de paz, entre otros cambios de fondo, no va a ser fácil para el Gobierno responder efectivamente, pues sigue mirando un mapa trazado sobre una geografía política diferente. El reto más difícil será consolidar avances en seguridad, necesitados de incrementos sostenidos del gasto militar, en medio de una situación de contracción fiscal y marchitamiento de la ayuda externa, y frente a necesidades incrementales de gasto social.

El Presidente tiene magníficos reflejos políticos y una vez asimile el hecho de que sus velas se están quedando sin viento, reformará su discurso. Pero al hacerlo habrá introducido al relato uribista el factor más corrosivo de la política, la incoherencia.

*Analista político, investigador en opinión pública.

 

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