Después de la cuarentena

Armando Montenegro
05 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Ya que la pandemia sólo terminará cuando haya una vacuna o un medicamento eficaz o, si estos productos no aparecen, cuando se haya contagiado la mayoría de la población, debemos saber cómo la vamos a encarar en los próximos meses. En el corto plazo, la esperada determinación de cuándo y cómo suavizar la cuarentena dependerá, por lo menos, de que se cumplan dos condiciones.

La primera está relacionada con la razón de este encierro, es decir, la necesidad de ganar tiempo para lograr que el sistema de salud se prepare en la mejor forma posible, de acuerdo con nuestros escasos recursos económicos y limitadas capacidades gerenciales, para afrontar la pandemia. En realidad, esta cuarentena no es más que un esfuerzo para aplanar la curva de contagios mientras se eleva el número de camas, respiradores y unidades de cuidados intensivos, se construyen modelos de estadísticos de seguimiento y control y, sobre todo, mientras se obtienen millones de pruebas para detectar el contagio. En consecuencia, la cuarentena podrá aliviarse cuando las autoridades le cuenten al país que ya se han alcanzado ciertas metas mínimas en materia de alistamiento y aprovisionamiento de elementos esenciales para enfrentar el virus con cierta seguridad.

La segunda condición se refiere a los cuidados y protecciones que van a tener las personas que salgan a trabajar. ¿Las autoridades van a garantizar que habrá suficientes máscaras, alcohol, gel desinfectante, guantes y otros elementos hoy desaparecidos del mercado? ¿Qué precauciones se van a adoptar para que, por ejemplo, no haya aglomeraciones peligrosas en los sistemas de transporte masivo y en otros sitios donde confluyen grupos significativos de personas? La respuesta adecuada a estos y otros interrogantes exige un nivel suficiente de abastecimiento y preparación, así como de información oportuna a los ciudadanos, sobre todo los más pobres, quienes, como una cuestión de vida o muerte, necesitan volver a conseguir ingresos.

Las decisiones sobre el futuro de esta cuarentena se deben enmarcar dentro una estrategia general para afrontar la pandemia durante el resto del año y, por lo menos, buena parte del próximo. Al igual que en otros países, las autoridades deben dar a conocer y explicarles a los colombianos los modelos epidemiológicos que guían sus pasos y que justificarán las decisiones que tomarán cuando, por ejemplo, suban los contagios después de que se suavice la cuarentena y, en consecuencia, llegue al tope la ocupación del sistema de salud. ¿Vamos a tener cuarentenas intermitentes, tal como sugieren los esquemas que se discuten en otros países? La respuesta a esta pregunta, como es natural, tiene profundas implicaciones sobre el futuro de la vida de las personas, los negocios y las demás actividades en el país.

Ya que, según los distintos modelos, cada una de las decisiones que tome el gobierno en los próximos meses tendrá enormes consecuencias en materia del número de infectados, muertos, quiebras empresariales, desempleados y pérdidas del PIB, el país debe conocer su justificación y sus implicaciones. Una claridad compartida sobre estos asuntos puede hacer que se entiendan los inevitables sacrificios humanos y económicos que se van a asumir y, ojalá, se logre un cierto consenso sobre el mejor camino a seguir.

La lucha contra la pandemia apenas comienza. Va a ser larga y costosa.

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