Después no pregunten por qué sube Petro

Patricia Lara Salive
27 de abril de 2018 - 01:05 a. m.

Los adolescentes que viajaron ilusionados desde esa Colombia donde se encienden las guerras, para interrogar a los candidatos sobre los problemas de la infancia y la adolescencia, regresaron a sus veredas frustrados y petristas porque Petro fue el único que asistió al debate, ya que los demás tenían prioridades distintas, pues los niños no ponen votos, como ellos dijeron, ni dan plata...

Vargas Lleras, Duque y Fajardo, desde un comienzo, manifestaron que no podían ir. Tres días antes, además de Petro, estaban confirmados De la Calle y Viviane Morales. Pero la víspera, éstos se disculparon. Duque, Fajardo y De la Calle quisieron enviar a sus vicepresidentas. Sin embargo, los promotores, que eran nada menos que NiñezYa y las 100 principales organizaciones de infancia, apoyadas por la Universidad de los Andes, con buen criterio respondieron que les agradecían el interés, pero que no aceptaban su participación porque, por ley, la política de infancia es una responsabilidad indelegable del presidente de la República (art. 204 del Código de Infancia y Adolescencia: “Son responsables (…) de las políticas públicas de infancia y adolescencia (…) el presidente (…), los gobernadores y los alcaldes. Su incumplimiento será sancionado disciplinariamente como causal de mala conducta”).

Los niños hicieron preguntas y contrapreguntas audaces y profundas.

Además, se trataba del principal debate que puede haber en este país enfermo de violencia y corrupción: no sé si ustedes saben, candidatos, que la ética se forma en los tres primeros años de vida y que quienes han sufrido en su infancia maltrato físico, sicológico o sexual son los más proclives a convertirse en adolescentes y en adultos violentos. Así me lo explicaron, hace 23 años, los sicoanalistas Otto y Paulina Kernberg (q.e.p.d.), expertos mundiales en personalidades fronterizas, es decir, las de la mayoría de quienes optan por la violencia y la delincuencia.

Esa entrevista para la revista Cambio16 Colombia la acompañamos con una gran encuesta que ratificaba la teoría de los Kernberg y que también he comprobado en los cientos de reportajes que, a lo largo de 38 años de trajinar con el tema, les he hecho a guerrilleros y paramilitares: muchos, por no decir que todos, me han confesado que se han ido a la guerra o han ingresado a las bandas delincuenciales siendo adolescentes, para huir del maltrato familiar y de la falta de educación y de oportunidades en sus zonas. Y si a ello se agregan la pobreza y la ausencia de autoridades, escuelas, hospitales, canchas deportivas, y posibilidades de estudio y trabajo en sus terruños, entrar a las guerrillas o a las bandas se les vuelve una solución de vida. Y si a eso se le suma la obsesión de esta sociedad por dividir el mundo entre buenos y malos, la violencia crece en espiral. (Y en eso sí que son expertos Uribe y su pupilo Iván Duque: “No hay criminales buenos y todos deben ir a la cárcel”, dijo en el debate del miércoles. Y yo le pregunto, doctor Duque: ¿cómo va a hacer entonces con nuestros principales héroes, Bolívar y Santander, que fueron unos criminales? ¿Los manda para el infierno, o los deja en el cielo?).

En fin, ¡hicieron mucha falta en el debate con los niños, candidatos! Y se perdieron de opinar sobre el tema clave de Colombia.

P.D. Gustavo Petro, lo felicito por haber respetado a los niños y por tener claras las prioridades: usted concluyó con esta verdad: “Si un niño tiene nutrición, educación y amor, jamás será un criminal”.

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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