Itinerario

Desterrar la desconfianza

Diana Castro Benetti
18 de abril de 2017 - 03:00 a. m.

Prejuicio, miedo, desazón, rechazo y reacción es el terreno abonado para la desconfianza. Crece como epidemia y se hace hueco en el estómago. Locura de todos y delirio de cada cual, volcanes que crecen llenos de mentiras y acciones soterradas. La desconfianza no da tregua. Avanza, aturde, arrasa y es dolor. Se desenvuelve a sus anchas en el mundo del político, de los amantes, de los trueques, de la información. Hay que mirar para todas las esquinas y camuflarse, esconderse, pasar de agache. La desconfianza deriva en paranoia y crea sus víctimas. Es alimento cotidiano de las rabias, los rencores, y manipula sin descanso desde el inicio hasta el final. Pareciera que ganara.

Exclusiones, rechazos, infidelidades, mezquindades. Todo es desconfianza. Enconada en la cultura, se muerde la cola y vive de los recién nacidos, de la inocencia de los amores, de las injusticias olvidadas. Mira de reojo en la oscuridad, en la calle, al que vende, al que compra; vigila al gay, al cura, al vago, a la prostituta. Ellas desconfían de ellos porque así lo hicieron sus madres. Ellos desconfían de ellas y hay golpes, hoguera, horrores. Desconfianza que corroe los corazones, oscurece los atardeceres. La desconfianza es veneno puro. Un infiernito.

Pero, desde la realidad utópica de la inocencia, la confianza es la única salida para un mundo perdido entre las larvas de los controles y las manipulaciones. Resulta inteligente confiar sin ingenuidades y, si los otros imponen la desconfianza, devolver la transparencia como acto íntegro que invoca la conciencia, la atención y la delicadeza. La confianza ni se impone ni es gracia divina. La confianza es el paso a paso en un puente colgante. Clamar por ella es cosa de todos los días; hacerla realidad es el oficio del artesano de sí.

Ante la incertidumbre, la confianza es como el pan fresco, el agua clara y la rosa alquímica. La confianza se presiente como luz prístina y se construye como fuego ardiente en el corazón. Es el ejercicio consciente de ofrecer lo imposible, lo sublime, lo verdadero de la amabilidad y los anhelos. Es un rayo de sol que recrea su relato en la mañana. Es un punto en el espacio. Es todo el amor. Es toda la vida. La confianza es un prisma de la libertad. Nos la merecemos para una existencia viva lejos del dolor.

otro.itinerario@gmail.com

 

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