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Hernán Peláez Restrepo
21 de marzo de 2009 - 04:49 a. m.

Buscando detalles en el fútbol de la semana que termina, me sorprendieron varios casos. Lució en gran nivel de juego, organizando y llegando a zona de definición, Jonattan Fabbro, aquel que pasó por Once Caldas, sin mucha continuidad.

Es hombre clave en el juego del Guaraní, que alcanzó a asustar a Boca Juniors en la Copa Libertadores. Fabbro, con clase y control de balón, parece haber llegado al nivel óptimo. Quizás cuando estuvo en Manizales estaba biche en su juego. Ahora está en lo que debe estar un jugador que marque diferencia.

En ese mismo partido, Fabián Vargas no solamente justificó su titularidad, sino que su momento ojalá sea aprovechado en la selección. Le gusta jugar arriba y resulta socio de Riquelme y Palermo. Hablando de este Boca, dispone de seis delanteros genuinos. Puede armar tres parejas de hombres con gol y últimamente Carlos Ischia, el técnico, envía al campo en los segundos tiempos a Palacio y Palermo como para rematar los choques.

De los equipos vistos hasta hoy, el de Vladimir Marín, Libertad, ya alcanzó, faltando dos fechas, el tiquete a la siguiente ronda, porque es conjunto serio y aplicado.

La selección venezolana, que será rival nuestro el 31 de marzo, convocó a 10 jugadores de su última Sub 20. De la nuestra en esa categoría, ninguno alcanza a llamar la atención. Ahí puede estar una enorme diferencia con los progresistas venezolanos. Hablo de progreso en fútbol y nada más, para evitar señalamientos chavistas.

Probablemente de esos 10, dos o tres estén en la titular, aunque en el fondo es un ejercicio de renovación que a nosotros nos viene costando muchísimo.

El Chicó ofreció satisfacción y está con vida en la Libertadores, mientras América y Medellín decepcionan, aunque Sao Paulo es líder sólido en ese grupo y DIM todavía puede pelear el otro cupo.

Para futura ocasión, estoy craneando un análisis del problema que vive nuestro fútbol con la sistematización de juego por parte de los técnicos locales. En principio y sin profundizar, nos falta un revulsivo, así como en épocas anteriores la llegada de diferentes técnicos, con distintas ideas, aceleró el progreso, ahora estamos estancados. Dos líneas de cuatro, muchos volantes, mucha interrupción y poco juego ofensivo, con un solo delantero. Nuestro fútbol resulta previsible, se puede adivinar cómo van a jugar y cómo costará la consecución de gol.

 

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