El Caminante

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Fernando Araújo Vélez
11 de marzo de 2018 - 12:50 a. m.

Quiero volver al detalle y cantar, como antes, “Detalles tan pequeños de los dos, son cosas muy grandes para olvidar”. Quiero volver a leer en aquellos libros que me hacían sentir parte de sus historias, esos detalles que fueron frases que me marcaron y me dejaron pensando y cambiando de opinión por años y años. Quiero recoger a aquel personaje de Los hermanos Karamazov que le dijo a otro, “Nunca le digas a una mujer te amo”, y maldecir, como entonces, porque entonces creía que el amor era más grande si se declaraba, y quiero luego empezar a entender que la seguridad del amor mata, y que matan las firmas y los acuerdos, saber lo que ocurrirá, los te quiero y los te amo. Quiero constatar que recibir un salario exacto cada quince días también mata, porque los contratos nos matan, más tarde o más temprano.

Quiero retornar a lo humano demasiado humano de Nietzsche, y descubrir por vez primera que las venganzas y las bondades son humanas, y palabras que los humanos inventamos, y que la envidia y lo mejor y lo peor y el bien y el mal son humanos también, porque todos somos todo, desde misericordiosos hasta asesinos. Quiero volver a escribir que para ser bondadosos y para asesinar sólo necesitamos que dos o tres circunstancias y un detalle se den, y que matamos o somos misericordiosos por algo a cambio siempre. Quiero volver a recorrer el camino que recorrí, con mis dudas y tormentos, con mis esporádicas sonrisas y un poco de alivio, y regresar al momento en que oí por primera vez a Silvio Rodríguez cantar “Y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad”.

Quiero regresar a la primera mirada, a la primera vez y a la primera todo, para cerciorarme de que fue aquella primera mirada la que marcó mi camino, y de que lo que he hecho desde entonces, una y mil veces, no ha sido otra cosa que buscar de nuevo lo que viví aquella primera vez. Quiero escribir una vez más mi primer poema, y ser tan cursi y tan desgarrado como aquel día, y cantar con unos tragos de más “Yo no he vuelto a encontrarla jamás, desde aquel día”. Quiero rezar, como antes, y creer que un rezo es la salvación, y jugar, como antes, y creer que el juego es la realidad. Quiero empezar a convencerme de que nada es perfecto, pero seguir levantándome todas las mañanas con la ilusión de componer un relato perfecto.

Quiero ir, volver, caer y seguir, y terminar de comprender que soy una suma de pequeñas cosas, aunque las haya dejado pasar una y un millón de veces.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

 

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