Diálogo con el canciller

Patricia Lara Salive
28 de diciembre de 2018 - 05:30 a. m.

“Esa es la instrucción”, me dijo el canciller Carlos Holmes Trujillo en la llamada que me hizo desde Tokio para responder (por escrito y por teléfono) el chat en el que le pregunté por qué no contestó las cartas que Jorge Arreaza, su homólogo venezolano, le envió con el “propósito de intentar restablecer el canal de comunicación natural” entre el gobierno de Colombia y el de Venezuela.

“La línea de comunicación con Venezuela no está rota, toda vez que las relaciones diplomáticas siguen existiendo a nivel de encargados de negocios. A través de ese canal se pueden tratar todos los temas que tengan que ver con la relación bilateral”, me escribió.

“Pero lo cortés no quita lo valiente. Eso se lo puede contestar en una carta al canciller. Me parece muy complicado torear así a los venezolanos. Y Colombia no tiene cómo enfrentarse militarmente a Venezuela porque nuestro Ejército es experto en pelear guerras de guerrillas, no guerras entre países. Colombia carece del armamento para ello. Y con las necesidades que tiene, comprarlo sería un disparate. ¡Están jugando con candela, querido canciller!”, repuse.

“Es bueno tener presente que ellos están dedicados a tratar de romper el cerco diplomático que se les ha estrechado de cara al próximo 10 de enero. Juegan con candela quienes creen que Maduro tiene razón y que el Gobierno colombiano está equivocado”, contestó.

“¡No creo que Maduro tenga razón en nada!”, le dije. “Pero hay que bajarle al micrófono de parte y parte. Además, con semejante frontera, la posición de Colombia ante una crisis con Venezuela es mucho más vulnerable que la de cualquier país”.

Me referí entonces a que, a pesar de las malas relaciones que teníamos con Venezuela, las anteriores cancilleres mantenían un chat para comunicarse directamente; le hablé del teléfono rojo que aún existe entre EE. UU. y Rusia, creado en 1963, cuando el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear; y le recordé que fue el diálogo el que solucionó la crisis entre EE. UU. y Cuba, generada a raíz de la apertura del puerto de Mariel por el que zarparon hacia EE. UU. cientos de barcos llenos de migrantes cubanos.

“Esas lecciones históricas las conozco bien. Cuando regrese pondré en su conocimiento más cosas que ahora desconoce. Un abrazo”, me escribió.

“Yo también le mando un abrazo lleno de preocupación por el estancamiento del diálogo con el Eln, a propósito del cual el Gobierno no sabe qué más inventarse para evitar que avance; por el caso Santrich, al que no sabe cómo más darle candela; por el sometimiento a la justicia del Clan del Golfo, que iba avanzando, pero este Gobierno lo detuvo; y por la situación con Venezuela la cual, si continúan los insultos de Maduro y las provocaciones de Colombia, es fácil que evolucione hacia una guerra. Como dice el analista León Valencia, son cuatro brasas que pueden regarse con agua o con gasolina. Y parece que el Gobierno está optando por regarlas con gasolina. Y si este país se incendia, la responsabilidad será del presidente Duque. ¡Todo es muy peligroso, canciller! Y es demasiado triste, pues estuvimos muy cerca de llegar a la paz completa... usted, más que nadie, como comisionado de Paz que fue del gobierno Samper, lo sabe”.

“La busco en Colombia: hay muchos otros temas”, repuso a manera de despedida.

Hoy mi preocupación aumenta porque Colombia, siendo país fronterizo, está liderando el bloqueo diplomático a Venezuela. Pero esa es la instrucción… ¿O será más bien que la instrucción es provocar la guerra?

* * *

¡Feliz año, queridos lectores! Regresaré el 18 de enero.

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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