Diálogos sinónimo de negociaciones

Hernán González Rodríguez
10 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

Algunos analistas han censurado al expresidente Álvaro Uribe y a quienes lo acompañaron a dialogar con el presidente Juan Manuel Santos tras el triunfo del NO el 2 de octubre pasado. Los critican por su ingenuidad, porque se prestaron para que el presidente Santos los traicionara, haciéndoles creer que no pocas de sus observaciones sobre el rechazado Acuerdo de Paz en las urnas serían incluidas en un Nuevo Acuerdo, lo cual no sucedió.

Entiendo que los diálogos son sinónimo de negociaciones entre los representantes de comunidades y de grupos con el fin de lograr entendimientos para solucionar crisis. Aducen los críticos del expresidente que los diálogos casi siempre fracasan y que su fracaso desata crisis y guerras que, posiblemente, se habrían evitado eludiendo dialogar.

Comparan, sin razón, el fracaso de Uribe y sus amigos con el fracaso de los diálogos entre el primer ministro británico, Arthur Chamberlain, y Adolfo Hitler en 1939, tras la anexión de Austria y los Sudetes de Checoslovaquia al Tercer Reich.

No recuerdan el día en que Chamberlain, famoso por su política de apaciguamiento frente a la Alemania nazi, regresó de dialogar con Hitler, tras otorgarle “pequeñas concesiones” para disuadirlo de enfrentarse bélicamente a las democracias.  La prensa lo calificó como “el hombre que trajo la paz bajo el brazo”, a lo cual le replicó Winston Churchill: “A nuestra patria se le ofreció escoger entre la humillación y la guerra. Y aceptamos la humillación, ahora tendremos la guerra”.  

La invitación del Vaticano a la oposición venezolana para dialogar con Maduro se presenta como otro buen ejemplo del fracaso frecuente de los diálogos.

Pero los diálogos no siempre fracasan y generan guerras, a veces triunfan y traen la paz. Algunos años después de finalizar la exitosa presidencia de Ronald Reagan, George Shultz, quien fue su secretario de Estado, le preguntó a Mikhail Gorbachev, ya expresidente de la Unión Soviética, cual había sido el momento y las razones para ponerse de acuerdo con Reagan, a lo cual respondió sin vacilar”: Reykjavic, Islandia, allí intercambiamos puntos de vista sobre nuestros países y entramos en un diálogo que creó confianza mutua y entendimiento para revisar la injustificable carrera emprendida para dotarnos de más y más armas nucleares”.

Califico como exitosos los diálogos en Sitges, entre Laureano Gómez y Alberto Lleras, en representación del Partido Conservador el primero y del Liberal el segundo, en 1957, diálogos que condujeron al Frente Nacional. Estimo que no atizaron ellos el surgimiento de las guerrillas colombianas, la culpable fue la posterior Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, con la ayuda de Fidel y Raúl Castro, para desestabilizarles a su vecina Latinoamérica.

Los diálogos en Irlanda del Norte le pusieron fin a los enfrentamientos entre una mayoría protestante y una minoría de católicos por medio del tratado del Good Friday en 1998.  

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