El país de las maravillas

Diez razones, 100 días

Mario Morales
14 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.

No pasa el examen el gobierno Duque en términos de comunicación al cabo de estos primeros 100 días.

Primero, porque sigue utilizando la misma estrategia de campaña: frases en futuro imperfecto, lenguaje edulcorado y enseñas que invitan a la acción, pero que no lidera.

Segundo, porque en su afán de caerle bien a todo el mundo ha puesto en confrontación a su círculo más cercano con los demás anillos del poder que lo escuchan decir una cosa en persona, pero otra muy distinta en otros escenarios, tal y como acaba de suceder en Francia en torno al Acuerdo de Paz.

Tercero, porque en sus discursos parece estar pisando cáscaras de huevo y haber optado por la ambigüedad para que cada quien interprete a su manera.

Cuarto, porque no se ha podido desprender en sus narrativas de la figura de asesor, consultor o delegado, arrinconado por la sombra del senador Uribe que le recuerda en cada intervención para qué sirve el poder.

Quinto, porque en aras de un discurso pretendidamente conciliador ha perdido la iniciativa de la agenda, del debate y de la dirección de su administración, eclipsada por la barahúnda irresponsable de propuestas del Centro Democrático, que sabe que su terreno propicio es la confusión.

Sexto, porque ha entrado en profundas contradicciones con su pasado reciente en asuntos clave como la reforma tributaria, minería, lucha contra las drogas, meritocracia y hasta el precio de los combustibles, jalonado por personajes inflados como su ministro de Hacienda.

Séptimo, porque su ausentismo, a raíz del tren de viajes, comienza a ser evidente.

Octavo, porque su tal mayoría en el Congreso no existe y el período legislativo con sus propuestas centrales están a punto de ser un rotundo fracaso.

Noveno, porque su indecisión y desconocimiento del oficio de gobernar lo hacen ver como débil, como lo demuestran marchas, movimientos, encuestas y descontentos generales.

Y décimo, porque este país sumiso y de doble moral simula disgustarle su frivolidad para no decir que añora la mano fuerte y la voz de mando.

@marioemorales y www.mariomorales.info

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