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Discutir

Hernán Peláez Restrepo
21 de febrero de 2009 - 04:04 a. m.

No hay nada mejor que hablar o discutir sobre fútbol, porque nunca se consigue la verdad y todo resulta relativo, pues son distintas las ópticas que miran.

Por ejemplo, Hernán Darío Gómez insiste que aunque perdió su equipo ante el Chicó, allí se jugó mejor que la noche del triunfo ante el Huila. Aunque respetable el concepto, siempre jugando bien es más fácil ganar y el hincha a la larga aplaude el triunfo sobre el análisis táctico-estratégico. Jugando mal es lógico perder.

Ahora viene la discusión. ¿Qué es jugar bien? Es un equipo ordenado y seguro en defensa, sólido en zona de recuperación y capaz de atacar con claridad, aprovechando a los pocos jugadores, de talento existentes. Es no regalar la pelota en centros inútiles o prestarse el balón entre los volantes, sin que atisbe una intención de progresar ofensivamente. Es sincronizar los movimientos de defensa para provocar el fuera de lugar a los contrarios y es, por sobre todo, creer en sus propias condiciones y salir a ganar los puntos, sin temores ni respetos excesivos por el rival. Es al final contabilizar mayor número de aproximaciones al arco adversario y por supuesto traducirlas en goles.

Claro que existen técnicos sinceros como Muryci Ramallo, el de Sao Paulo, quien después del empate con Medellín, aseguró que terminó jugando con tres delanteros por simple accidente y no por convicción. Dicho de otra forma, siempre jugará con dos atacantes y nada más.

No tiene discusión, en cambio, el excelente juego del DIM en Morumbí. Hay un jugador curtido, de experiencia, llamado Samuel Vanegas, quien ya fue bastión en la Copa que ganara el Once Caldas. Él, junto a Bobadilla aguantaron el desorden ofensivo de los paulistas.

No hay discusión en cuanto a los dos dolores de cabeza de los árbitros: el penalti y el fuera de lugar. En Brasil perjudicaron al DIM con la acción de Martínez, y en Cali, el juez ‘inventó’ un penalti a favor de América. Claro que después de la atajada de Landázuri no faltó la invocación de fe. Dios es justo, el árbitro no y para ellos, esas dos decisiones continuarán siendo el talón de aquiles.

Me gustó la forma como el DIM controló el partido y el empate, quizás premió a los brasileños por su insistencia desordenada.

¿Qué es jugar bien?, ¿qué es ser un buen técnico? Son preguntas con múltiples respuestas, sin que lleguemos a la verdad. Eso es lo bonito del fútbol, como dice el Gerardo Bedoya de la ‘Luciérnaga’.

 

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