Dolarizar no es la solución

Columna del lector
09 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

Juan Pablo Vargas Cuéllar

Ante la inminente desvalorización que ha sufrido el peso colombiano en los últimos meses, es difícil pensar que la solución esté en dolarizar nuestra economía. Para quienes no lo saben, dolarizar un sistema económico es introducir el dólar como moneda de circulación en un país, dejando de un lado, por ende, la moneda propia.

El tema comenzó a rondar en los medios nacionales a finales de julio, cuando Steve Hanke, profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y director del Proyecto Monedas en Problemas del Instituto Cato, escribió en Forbes que la solución al problema de devaluación de la moneda colombiana era “tirar el peso” y adoptar el dólar como patrón monetario.

En este escenario, no se sabe qué es más indignante: que un extranjero que no sabe nada de nuestra economía ni sistema económico ofrezca una solución tan abrupta y apresurada, o que los medios le hayan dado tanto micrófono a un asunto al que nunca se le vieron bases.

El autor se basa en que el peso ha perdido aproximadamente el 45 % de su valor desde agosto de 2014, del cual el 20 % ha sido en lo corrido de 2019. También asegura que dicho factor se ha convertido en un elemento “desestabilizador y destructivo” y que los países que han optado por acoger el dólar en su economía se han encontrado con tasas de inflación más bajas y menos variables, además de una tasa de crecimiento más grande que la de países con moneda propia.

Hanke se equivoca en varios aspectos. Lo primero es que al dolarizar una economía se ponen en duda las instituciones económicas del país; algo distinto a lo que se ha venido presentando en Colombia: un avance y consolidación de estas frente al buen manejo que les han dado a los desafíos presentados. Por otra parte, tampoco es válida la comparación que hace Hanke del mayor crecimiento de los países dolarizados frente a los que no; principalmente porque estos, según el economista Luis Garay, entrevistado en W Radio, son muy pequeños, como Panamá, y lo hacen de facto por ser “paraísos fiscales”, o son Estados que por su deterioro económico se vieron obligados a hacerlo, como Argentina o Ecuador, los cuales lo hicieron “obligados” por la hiperinflación que vivían, situación de la cual Colombia está lejos.

Además, dolarizar la economía no se ve como solución cuando hay factores externos e internos que no lo hacen propicio. Por ejemplo, la desaceleración mundial, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, los bajos precios del petróleo y el déficit en cuenta corriente que se tiene actualmente en el país (se importa más de lo que se exporta).

No hace falta que Colombia importe la credibilidad de la Reserva Federal y la reputación de su autoridad monetaria, cuando la credibilidad e independencia de su banco central están intactas. Dolarizar la economía colombiana en este momento sería perder todas las herramientas que se tienen para manejar la política económica interna. En otras palabras, sería arrodillarse y adaptarse a lo que suceda en las economías más fuertes que manejan esa moneda —subida de tasas de interés, cambios en política monetaria, etc.—, para no generar un desequilibrio económico y fiscal que afecte la economía nacional.

No queda otra solución que aprovechar la devaluación del peso colombiano para que el Gobierno Nacional genere incentivos que conlleven a producir más y así aumentar las exportaciones, que con un dólar alto y con el ingreso del petróleo compensarían el incremento per se de la deuda externa y sus intereses. Porque, eso sí, dolarizar a Colombia no es la solución.

 

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