¿Dónde está la embajadora?

Santiago Gamboa
07 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Esto fue lo que se preguntó la comunidad colombiana en Grecia hace unas pocas semanas, cuando se enteraron de que la embajadora en Roma y concurrente en Atenas, Gloria Isabel Ramírez, estuvo cinco días en el país helénico, presentando (en uno de esos cinco días) sus cartas credenciales al gobierno griego, pero sin comunicarlo ni al cónsul honorario, Michail Skoufalos, ni por supuesto a la comunidad colombiana residente en esa ciudad, que habría esperado, como es tradición, conocerla y recibir su saludo. A los embajadores anteriores, en sus viajes de presentación de credenciales, el cónsul Skoufalos los recibió siempre con un coctel al que invitaba a toda la comunidad colombiana y a los empresarios y personalidades griegos que tienen relación con Colombia, además de poner a su disposición las oficinas del Consulado, donde están la bandera, la fotografía del presidente y un secretariado bilingüe que se encarga de las gestiones administrativas propias de la relación bilateral. No sobra decir que todo esto que el cónsul Skoufalos pone a disposición del país lo paga de su bolsillo, sin recibir ni un peso de la Cancillería, de acuerdo con la norma que rige los consulados honorarios. ¡Cuál no sería la sorpresa de Skoufalos al enterarse de que la embajadora estuvo en Atenas y ni siquiera lo llamó! ¿Qué hizo los demás días? Grecia es un país hermoso, lleno de lugares históricos. Saliendo del puerto del Pireo se llega a Santorini, que es una joya, y a la libertina Mykonos, donde se puede practicar el nudismo. Misterio.

Supe de todo esto porque, ante tamaño desplante, Álvaro Perry, presidente de la Asociación Colombo-Helénica, escribió una carta de protesta a la canciller y a los medios de comunicación colombianos (poniéndome en copia), y por otra carta similar del parlamentario griego Dimitris Vagenas, casado con una ciudadana colombiana, donde critica el modo descortés e insólito con que la embajadora “ignoró” al cónsul honorario, “condecorado por la excelencia de su labor en el grado de Comendador de la Orden Nacional del Mérito de Colombia”.

¿Qué hay detrás de todo esto? Lo cierto es que la embajadora no quiere a Skoufalos y se la tiene jurada. Es inevitable recordar un episodio del año pasado del que, lamentablemente, fui protagonista, cuando Skoufalos, por colaborar con la Feria del Libro de Salónica que me había invitado, pagó mi pasaje de avión. Ahí la embajadora entró en cólera pues, para ella, yo no formo parte de los “lineamientos de pertinencia” del Gobierno, algo que, por cierto, nadie ha sabido explicar qué es, ni siquiera el excanciller Carlos Holmes Trujillo cuando el equipo de W Radio se lo preguntó. Pero la cólera de la embajadora, como la de Aquiles, no se detuvo ahí, sino que le quitó el apoyo al Festival LEA de literatura de Atenas por invitar a escritores “no pertinentes”. Este bochornoso episodio confirmó cómo, por primera vez en Colombia, hay una “lista negra” de escritores a los cuales se debe ningunear y omitir por no ser “amigos” del Gobierno. Exactamente lo mismo que hace Maduro con los suyos. ¿Es esto una prueba de la cultura naranja? Sólo espero que el cónsul Skoufalos, un hombre generoso y enamorado de Colombia, no sea una víctima colateral de todo esto.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar