Dos cartas de los lectores

Cartas de los lectores
21 de noviembre de 2017 - 02:00 a. m.

Gracias, Alfredo

La tarde del domingo (19 de noviembre de 2017), cuando abro la sección de opinión de El Espectador, me sorprende con la emocionada despedida (ojalá no por mucho tiempo) de Alfredo Molano Bravo. Pues bien, Alfredo Molano sostuvo por décadas la columna vertebral de la libertad de opinión y expresión que ha caracterizado el centenario diario de los Cano, con mártir y todo.

Se nos había vuelto imprescindible Alfredo, en la necesidad de saber cómo viven los colombianos de la marginalidad, que mal contados son más de la mitad de la población; los “colombianos invisibles” los podríamos llamar, esos que habitan territorios desconocidos por los “padres de la patria”; colombianos que, algunos de ellos, se hacen ver y sentir como actores de la inseguridad que asola las ciudades y surten de información los noticieros de radio y televisión.

Claro, son muchos más los colombianos humildes y de alma limpia, especialmente los del empobrecido campo y las veredas: “el silenciado ojo de la gente”. Mirada por la que optó desde el principio Alfredo Molano, en el lomo de una mula o desde una frágil canoa.

Mis mayores deseos para Alfredo Molano en su nueva misión, en la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, que lo ausenta de estas espectadoras páginas.

Donaldo Mendoza. Popayán.

 

Barbie como ejemplo de diversidad

En un mundo donde se lucha constantemente por la igualdad y la erradicación de la discriminación, surge la nueva propuesta de Mattel: la primera Barbie que lleva puesto un hijab. Esto en honor a la esgrimista Ibtihaj Muhammad, la primera en competir en unos Juegos Olímpicos con la cabeza cubierta.

Recuerdo que en mi infancia una de las cosas que más me divertía era jugar con mis barbies. Para mí, estas no eran unas simples muñecas, sino que también las llegué a ver como ejemplos de vida o un reflejo de lo que yo quería ser cuando creciera. Pero en un punto esto comenzó a ser un problema, pues hace unos años no encontraba ni una sola Barbie con la que me sintiera totalmente identificada. Físicamente todas eran similares: altas, delgadas, rubias, de cabello largo, piel blanca y con el diseño de un cuerpo “perfecto”. Me di cuenta de que entre mis amigas ese estereotipo de belleza comenzó a hacerse cada vez más fuerte y todo lo que fuera diferente no estaba “a la moda” o no era de admirar.

Hoy, 2017, el mundo ha cambiado. La sociedad, con propuestas como la que expone Mattel, ha dado un paso a favor de la inclusión y el respeto, en medio de una lucha contra una sociedad inmersa en estereotipos y discriminación. Para algunos, puede carecer de valor alguno ver en la habitación de su hija una Barbie que lleva puesto un hijab, pero para otros, esto significa la inclusión de sus creencias o prácticas en lo más cotidiano de la vida de sus hijas.

Valeria Sierra Gómez. Pereira.

 

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