¿Conoce usted a un policía raso?
Nadie puede celebrar la muerte, salvo cuando es natural y tardía. He visto, con cierta incredulidad, y leído de plumas perfectas escribir sobre los policías violentos y propuestas de grandes reformas institucionales.
Mi única pregunta es: ¿conoce usted a un policía raso? ¿Sabe cómo vive? ¿Cuánto gana? ¿Si tiene o no seguridad social para sí y su familia? ¿Está bien alimentado?
Muchos ingresan a la institución por no tener otra oportunidad de trabajo y algunos de los hermanos de ellos prefieren delinquir, conviviendo juntos.
El problema es social, educativo, formativo, estructural, económico, de seguridad personal y un largo etc.
Como médico, les he prestado mis servicios en mi consultorio independiente a precios módicos o gratis, porque no tienen atención oportuna. Y muchos me dicen: “¡Doctor, gracias, hoy no tenemos ni pa' comer!”. Pero los insultan y desprecian.
No sé en Bogotá, pero en Cartagena, los compadezco y en este clima inclemente son unos héroes para vivir y trabajar al mismo tiempo. ¡Ah! Y desde el alcalde de Cartagena para abajo ahora todo el mundo los regaña... ¡Yo tiraría la toalla y que se vaya al infierno todo el mundo! (Vean los videos de Dau insultándolos).
Orlando Bustillo Jr., M.D. Cartagena.
Sobre el abuso policial
La función de la Policía Nacional, en principio, es preventiva. De ahí que la Constitución consagre que ese cuerpo armado es civil, tal como lo son el CTI de la Fiscalía o la guardia del Inpec, y se creó para mantener un orden y procurar que los asociados “convivan en paz” (art. 218 C. P.)
Partiendo de esta premisa, cuando hay un abuso desbordado de la autoridad, generando violencia innecesaria, ello no se debe quedar solamente en las llamadas investigaciones disciplinarias, porque estas no excluyen las de tipo penal, que tienen preeminencia por el carácter de averiguar y sancionar conductas que resulten delictivas, como la de caso reciente.
Los miembros de la Policía Nacional, como integrantes de esa institución, no pueden actuar desbordadamente y luego ampararse en la impunidad que incontables veces se produce a través de esas investigaciones disciplinarias, a las que poco o ningún acceso tienen los parientes de las víctimas. La carta magna erige a esa institución como civil y, por consiguiente, sin fuero militar. De ahí la necesidad de que deba ser dirigida, igualmente, por un civil, versado en seguridad. No debe estar subordinada al organismo del que dependen las Fuerzas Militares, sino al administrativo que le correspondería, que no es otro que el Ministerio del Interior.
Roberto Plata Torres. Bogotá.
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