No quisiera ser profeta de desastres. Y sería propenso a serlo por mi carácter taciturno y mi profunda tristeza. Me estoy preparando para el siniestro 8 de octubre, día del interrogatorio a Uribe. Si lo dejan preso, el país se conmociona. Si no pasa nada, si los presagios de una Corte parcializada y de una izquierda presta a la venganza tropiezan con alguna defensa jurídica, una leve sonrisa se dibujará en mi rostro melancólico.
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación