Dudas… serias dudas…

Mauricio Botero Caicedo
05 de agosto de 2018 - 04:40 a. m.

Durante su primera campaña electoral en el 2001, cuando difícilmente llegaba al 1 % en las encuestas, el expresidente Álvaro Uribe me invitó a ser el coordinador del equipo económico. Desde esas fechas guardo con Uribe, a quien respeto y admiro, una estrecha amistad. Me uno a las palabras de Fanny Kertzman publicadas la semana pasada en Las 2 Orillas: “Yo no concibo que Álvaro Uribe haya participado en el oscuro complot que le han montado. Él es la persona que más ama a su patria que yo conozca. Desde siempre quiso ser presidente con una misión: salvar a Colombia de los enemigos armados. Hoy la izquierda criminal está a punto de liquidarlo, pero sé muy bien que saldrá indemne. En estos momentos oscuros, todo mi cariño, admiración y apoyo a un hombre químicamente bueno”.

Dicho lo anterior, albergo serias dudas sobre la imparcialidad y el proceder de la Corte Suprema de Justicia, y muy especialmente sobre el magistrado Barceló, autor principal del auto tan mal redactado como saturado de errores de ortografía y de puntuación. El analista Eduardo Mackenzie comenta: “No es sino ver la lógica de lo que Luis Barceló llama ‘abrir investigación en contra del senador Álvaro Uribe Vélez y del representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada’. Todo el asunto está en eso de abrir ‘investigación en contra’. En un sistema democrático la investigación judicial tiene una meta: averiguar y establecer la verdad objetiva. Aquí, en la acción de Barceló, al abrir la investigación, el acusado ya está condenado, su defensa es inútil, pues la investigación es ‘en contra’, cuando debería ser una investigación imparcial, sobre unos hechos probados. Hay una regla de oro en estas materias, que Barceló conoce pero que no utiliza: el juez instructor debe investigar a cargo y descargo, pues en eso consiste el debido proceso”.

Otra de las serias dudas sobre la imparcialidad de la Corte es que no miden con el mismo rasero las conductas para visitar testigos. Como lo reseña María Isabel Rueda en su columna en El Tiempo: “Según la Corte, los testigos contra Uribe se le aparecen a Cepeda espontáneamente por su labor humanitaria en las cárceles. Pero, en cambio, sí sugiere que a los testigos que favorecen a Uribe los están buscando para manipularlos. Cepeda acepta que él y sus allegados han intervenido en proporcionar seguridad a los testigos contra Uribe, porque, según dice, ‘es parte de mi rol como defensor de derechos humanos’. Pero los abogados de Uribe no pueden hacer lo propio con testigos que ofrecen decir la verdad, porque, de acuerdo con la Corte, los estarían manipulando con promesas. Y que los dineros que entregan las ONG cercanas a Cepeda son para proteger, pero las ayudas de los círculos de Uribe son para sobornar”. En otras palabras, para la Corte Suprema Álvaro Uribe manipuló al testigo Monsalve sin visitarlo, mientras que Iván Cepeda visitó al testigo 21 veces para no manipularlo.

Finalmente, Barceló, en vez de hacer las pruebas de audio pertinentes con la Fiscalía, decidió hacerlas en RTVC —una entidad controlada por el Gobierno e integrada por civiles sin competencia de policía judicial o peritos forenses— para la manipulación del audio. ¡En todo esto hay gato encerrado!

Apostilla: En esta siniestra tramoya jurídica, ¿qué hilos estará moviendo Enrique de Santiago, el secretario general del Partido Comunista de España?

 

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