Duitama: a marchar, que el agua se va a acabar

Columna del lector
25 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

Por Mario Froilán Reyes Becerra

Ante la aparición en redes sociales de una invitación a la movilización por la crisis ambiental de Duitama para este 28 de febrero, a las 10:00 a.m., en la plaza de los Libertadores, averigüé y he encontrado varias perlas sobre el porqué de este SOS.

Lo que se espera es un despertar. La pasividad de la ciudadanía duitamense se ha caracterizado porque los pocos que denuncian, al poco tiempo callan, vaya uno a saber por qué. Asumo que es el temperamento pasivo y bonachón que la temperatura pacífica y ensoñadora de estas tierras nos ha irradiado.

Ojalá la presencia de cientos de paisanos alrededor de este noble y necesario motivo les permita a los medios de comunicación difundir que la reunión valió la pena. Que hubo de todo: emboladores, pensionados, pintores, escritores, músicos, profesores, amas de casa, estudiantes, representantes de las juntas de acción comunal y hasta la presencia lejana del alcalde, a quien le exigimos que despierte, que deje de soñar. Que el “Duitama que soñamos” no ha dejado de ser más que un lema de campaña. Que ya ha pasado mucho tiempo y que la pesadilla de su mandato nos tiene indignados. Pero que estamos centrados en el tema principal: los peligros que amenazan las quebradas enterradas, la perforación de pozos, el inexplicable abandono de la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales y su carnal historia urbana de que con ese dinero un alcalde construyó un edificio de apartamentos que los taxistas y algunos ciudadanos denominan Conjunto Residencial PTAR, el basurero abandonado del Rosal.

No siempre me he desilusionado de estas manifestaciones ciudadanas. Espero que de ésta salga fortalecido en mi espíritu de patria chica y de aprecio por los derechos constitucionales a reclamar sin violencia, mediante el diálogo y la tolerancia. La Perla y ciudad cívica de Boyacá merece un certamen coherente y serio, en el cual pasemos por encima de las diferencias secundarias y politiqueras hasta que logremos un acuerdo unánime en torno a nuestra preocupación mayor.

Al final no debe quedar solamente el rumor de la algarabía dichosa del grito de protesta. Convoco a que se elabore un documento corto, sobrio, sereno, sobre el espíritu que prevalece en nuestros corazones de duitamenses, que demuestre el alto grado de madurez de nuestras proclamas ambientales, para que sirva de apoyo a la Mesa del Agua y a las entidades públicas y privadas que vienen ejerciendo el liderazgo por la recuperación de nuestros recursos hídricos.

Otro signo esperanzador de nuestra marcha ha de ser la sensibilización de los entes de control. Es paradójico, por decir lo menos, que debamos promover este tipo de reuniones para que la Contraloría, la Procuraduría y la judicatura le paren bolas a este tema tan álgido de Duitama. Empoduitama parece ser el obituario de los deseos ciudadanos: un libro de defunciones para cada tema ambiental. Debe resolverse el contrato con Ecoflora, actualmente intervenido y auditado por el mismo gestor del proyecto de aprovechamiento de pinos. Debe impedirse la continuidad perversa de procesos de contratación por cuantiosas sumas para investigar y caracterizar acuíferos sin tener en cuenta los planes y estudios realizados por administraciones anteriores. Debemos oponernos a la construcción del cementerio en una zona de expansión urbana en la vereda El Cajón. ¿Qué está pasando con el pozo Guadalupe, con la cuenca del río Chiticuy, con la arborización foránea en la cuenca del río Surba, con la laguna y el páramo de Pandeazúcar?

De la unanimidad de nuestro encuentro dependerá que los niños de Duitama no mueran de sed.

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