Atalaya

Dulces simbólicos

Julián López de Mesa Samudio
16 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

Al principio de esta semana se produjo un hecho que en otro contexto hubiese pasado desapercibido, pero que en los tiempos que corren ha levantado ampolla y ha trascendido al debate público: en el marco de la crítica situación que enfrenta de nuevo Bojayá, el presidente Iván Duque viajó a la zona durante el fin de semana para informarse de la situación. Sin embargo, de todo lo que pretendió hacer allí, lo que en esta semana se debate más encarnizadamente es un video de unos cuantos segundos, filmado durante la visita, en el que se ve un primer plano del presidente (y es la única persona que se ve) repartiendo dulces baratos a pequeñas manos que se extienden hacia la bolsa que el gobernante magnánimamente sostiene de pie, por encima de aquellos a quienes beneficiará con la golosina.

Mientras que para los detractores del actual Gobierno representa una actitud deplorable al recurrir a un asistencialismo degradante, asumiendo una pose humillante (por la actitud, el tipo de dulce y la postura corporal) con la comunidad, oscurantista y representativa de épocas que se quieren dejar atrás, otros se preguntan qué hay de malo con un poco de caridad y buena onda con unos niños que han sufrido penurias indecibles.

Una de las definiciones de cultura más citadas y aceptadas proviene del gran antropólogo Clifford Geertz. En su libro canónico La interpretación de las culturas define este concepto como “un sistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes hacia la vida”. La cultura es importante porque llena de sentido el mundo y lo hace comprensible. En este sentido, los símbolos son las manifestaciones externas y perceptibles que representan el sentir de la comunidad que con ellos se identifica, por lo que el significado que una sociedad les dé a estos condiciona su cosmovisión, su visión de sí misma y sus anhelos futuros.

Desde hace meses en Colombia —y en el mundo—, semana tras semana, e incluso día a día, se producen noticias e informaciones que escandalizan a un sector de la sociedad y ponen a la defensiva a otro sector que se identifica con aquello que es cuestionado. Buena parte de la polarización política y de las preocupantes brechas de entendimiento entre distintos sectores de la sociedad tienen que ver más con aspectos de forma que con aspectos sustanciales o de fondo. Lo simbólico ha comenzado a jugar así un papel fundamental y creciente en el devenir y en el sentir de nuestra sociedad. La forma de presentar la información, lo estético, tiene mayor trascendencia que lo sustantivo: que todo aquello que está detrás del símbolo. Lo que ocurre en Colombia no es sólo una crisis económica o social, es un tránsito, una transformación cultural que nos enfrenta a unos y otros por los símbolos y sus significados.

Lo que representa este video es más importante, simbólicamente, para la gran mayoría de los detractores de este gobierno que cualquier decisión de fondo que haya podido tomar el presidente. La crisis cultural continuará y hará muy espinoso y tortuoso el camino de este y de los demás gobernantes que vengan, en la medida en que ellos y sus costosos asesores no logren identificar los símbolos adecuados que reclaman los colombianos: símbolos de auténtica empatía para la concordia.

@Los_Atalayas, atalaya.espectador@gmail.com

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