El Gobierno nacional está desarrollando tres estrategias para desactivar el paro nacional. Desde el domingo, cuando anunció que retiraría la reforma tributaria, desplegó con fuerza todas estas estrategias, su ventana de oportunidad será de cuatro o cinco días, no tendrá más tiempo. La primera estrategia es la denominada estrategia Maduro, la misma que utilizó el régimen de Venezuela para aplacar las protestas: desactivar las manifestaciones a punta de violencia. Mucha represión para que la gente se asuste y con ello devolverlos a las casas o evitar que salgan a la calle. La segunda estrategia es un diálogo secreto con algunos sectores en paro para desactivarlos, y, al final, dejar a los jóvenes y al comité del paro solos, causando su debilitamiento progresivo. La tercera estrategia es un manual dictado que se ha utilizado por años, básicamente se trata de crear un ambiente de oposición en la misma sociedad a los marchantes, es decir, hacer pelear a los vecinos.
Hasta el momento la estrategia de diálogo parece no rendir frutos, el Gobierno ha sido torpe, se ha encerrado en su propio cascarón y ha cometido errores increíbles. Por ejemplo, la salida del ministro Carrasquilla pudo ser una oportunidad de apertura y de convocar a otros sectores políticos, pero por el contrario optó por la endogamia de siempre. Al ministro de Comercio lo pasó a Hacienda y al viceministro de Hacienda lo pasó a Comercio. La historia del gobierno Duque ha sido la misma, rota sus malos funcionarios de un puesto a otro, pero nunca da una apertura. La estrategia de la represión ha surtido mejor fruto para el Gobierno, realmente ha logrado meter pánico en algunos sectores de la población. Sin embargo, el costo ha sido alto, pues han sido asesinados muchos jóvenes a manos, presuntamente, de miembros de la Fuerza Pública. Además, las condenas a las protestas por parte de la ONU, la OEA y hasta miembros del Congreso norteamericano dejan muy mal parado al gobierno de Iván Duque. Sobre la tercera estrategia, la situación se ha venido complicando y hay civiles que amenazan con armarse.
Los organizadores y convocantes del paro nacional también viven momentos determinantes. Deben mantener activos a los manifestantes y lograr crear tres condiciones. Por un lado, corredores humanitarios para llevar alimentos y oxígeno a las ciudades. En segundo lugar, metas viables de petición, es decir, un horizonte de conquistas que guíe su accionar y, en tercer lugar, sumar mucha más gente a las movilizaciones. En los tres temas ha habido avances, pero aún falta lograr establecer estrategias en varias ciudades.
Lo cierto es que no es claro en qué va a terminar todo esto, se está viviendo una situación inédita en la historia reciente del país. Por primera vez un Gobierno está contra las cuerdas de esta forma y no se ve, de momento, una estrategia para salir de la crisis. Muchas cosas se han derrumbado para el Gobierno, su coalición explotó y políticamente su mandato está finalizado, de aquí en adelante solo queda intentar no ahogarse en el naufragio.