Duro con ellos (y ellas)

Francisco Gutiérrez Sanín
10 de octubre de 2008 - 02:45 a. m.

DESDE HACE MUCHO, VARIAS INVEStigaciones en sendos países democráticos han llegado a la conclusión de que las élites políticas juegan allí un papel civilizador fundamental, por dos razones básicas.

Primero, por la sana influencia de la hipocresía: los políticos, que están atados por una poderosa hipocresía profesional, no se pueden dar el lujo de decir las barbaridades que enuncian cotidianamente los hombres del común (piénsese en los prejuicios racistas), incluso si las piensan. Segundo, por rutinización: su contacto diario con la toma de decisiones los obliga a entender que gobernar no es fácil y que las labores del Estado requieren de un mínimo de responsabilidad y autocontrol. Por eso, aunque en ninguna parte muy agradable a la vista, la denigrada clase política constituye allí un importante seguro de vida contra la pura lógica de la fuerza y la brutalidad.

En Colombia —un país que no carece de tradiciones de moderación y equilibrio— estamos perdiendo a toda velocidad ese seguro. Nuestras élites del presente no sólo están muy deterioradas; también son gritonas e irresponsables. Un ejemplo lo constituye el actual delirio sobre aumentos de penas. Pena de muerte para secuestradores. Cadena perpetua, o muerte, para asesinos de niños, o para violadores. ¿Pero por qué no para otras gentes? En efecto, la subasta por ver quién estimula más y mejor las malas pasiones sicariales va subiendo de tono. El miércoles publicó El Espectador que un monseñor Libardo Ramírez propuso ahora la cadena perpetua para el aborto. David Luna, miembro de un grupito que se llama ‘Por el País que Soñamos’, dijo que la idea del cura energúmeno era interesante. El control de la natalidad es pecado y ahora el aborto será un crimen (peor que masacrar). Cierto: no aclaran si piden la cárcel para los médicos o las mujeres, pero probablemente sea para ambos.

¿Será el país con el que sueñan Luna y sus compañeros de secta uno en el que haya cientos de miles de mujeres encarceladas por abortar? ¿Qué tendrán estas lumbreras contra el cromosoma XX? Al menos para Luna la cosa tiene solución: simplemente que las mujeres no vuelvan a votar por él. Pero Ramírez no es elegido (no por el pueblo). Desgraciadamente, en Colombia la Iglesia ha tenido una actuación pública libre de responsabilidades, que con frecuencia está trágicamente por debajo de sus propios estándares mínimos (caridad, etc.).

Pero se me ocurre ahora que en lugar de embarcarme en estas reflexiones lúgubres, yo debería estar aprovechando la situación para hacer mis propias peticiones: digamos, ya que estamos cerca de Navidad, para pedirle mis propios muñecos al niño Dios. Nada de cadenitas perpetuas: bala. Quiero: pena de muerte para los pedófilos (sobre todo para aquellos que se escudan detrás de alguna religión). ¿Acaso los corruptos no hacen más daño que un simple asesino? Pues les damos piso (¿me traiciona la memoria o no fue esa una memorable propuesta de Uribe hace algún tiempo?). Un referendo para cada uno de estos temas. A nadie se le niega una firma. ¿Pero acaso la pena de muerte no deja, ella misma, un reguero de sangre? Una idea para don Libardo: proponga un referendo para imponer la pena de muerte a los que propongan la pena de muerte.

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