Economía para la vida

Humberto de la Calle
05 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

¿Primero la vida o la economía? La respuesta es que la vida es el valor supremo. Sin embargo, creo que este aparente dilema más bien pretende utilizar una metáfora para acentuar, con razón, que el virus ha desnudado injusticias de tal tamaño que el mundo clama por un correctivo basado más en la solidaridad que en el P y G. Hay que aplanar la curva del contagio, pero también aplanar la curva de la inequidad. El verdadero dilema es: la vida o el mercado. Es seguro que el Estado liberal como lo conocemos va a sufrir cambios en la dirección del Estado.

Leí una entrevista a Gustavo Petro. Acierta cuando duda de la capacidad del Estado para llegar a los sectores afectados mediante la focalización, sobre todo a los independientes que no están registrados como beneficiarios de ayudas. La respuesta tiene que ser sistemática. Creo que tiene razón en que el manejo de la macroeconomía exige dejar algunas restricciones. Viene una recesión que habrá que afrontar luego, después de la tarea de salvamento, la cual convocará a los pudientes y también a los jóvenes. Las siguientes dos o tres generaciones, aun los no nacidos, deben ser llamadas a la tarea de reparación. Esto significa más deuda pública que es el ahorro del futuro.

Derrotar el neoliberalismo como sinónimo de capitalismo salvaje es correcto. Pero una frase del senador, “la economía se paraliza, punto”, exige precisiones. Porque alguien debe producir los bienes para la subsistencia y alguien debe adquirirlos así sea el Estado. Economía no es cosa de ricos. También de los vendedores en los semáforos.

Pero es el momento de medidas audaces. Una carta reciente del Laboratorio por la Igualdad y el Desarrollo Sostenible, enviada al presidente, establece un elenco de medidas, que incluyen la flexibilización de la regla fiscal, no aumento de arriendos, que el Estado asuma el 75 % de la nómina hasta dos salarios mínimos, ampliar la cobertura de los programas sociales. Se agrega una idea inmediata: suspender la aplicación de la pasada reforma tributaria. Con esto, se aplazan las generosas exenciones sencillamente porque esta es una situación de emergencia. Juan Camilo Restrepo sugirió que, en vez de la devolución del IVA, por ahora más bien se rebaje la tasa al 15 % para beneficio temporal de todos.

Para este Laboratorio la pandemia va a requerir inversiones del 5 % del PIB (unos $50 billones) para garantizar la estabilidad económica y social.

Pero esta propuesta, que exigirá créditos ojalá de la banca multilateral, no llega al punto de Petro. El enemigo no es la economía. Sin crecimiento, sea estatal o privado, no tendríamos esperanza de vida, ni salud, ni proteínas.

“Mantener una economía de subsistencia” es frase de Petro. Cierto. Pero el riesgo es que mientras actúan las decisiones estructurales del Estado, podríamos enfrentar un estallido social. Por eso la economía de subsistencia debe ser modulada. Petro dice algo muy popular. Que paguen los bancos. O que no pagar deudas es un derecho universal. ¿Y si los bancos llegan a ser de propiedad colectiva, funciona igual esa propuesta?

Petro usa un lenguaje terminante. Cuidado. Navegamos por mares ignotos. Petro desdeña el centro. Que hay que dejar de lado la manía de un poquito de acá y un poquito de allá. Yo creo, en cambio, que la humanidad se ha servido con éxito del ensayo y error.

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