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Economía, a proteger la confianza

Santiago Montenegro
18 de enero de 2009 - 10:25 p. m.

LAS ECONOMÍAS DE LOS PAÍSES emergentes se están desacelerando como consecuencia de la recesión en las economías avanzadas, la caída del valor de las exportaciones y de la inversión extranjera directa y la menor disponibilidad de crédito externo.

El temor es que, como consecuencia de estos fenómenos, se reduzca más la confianza y se comience a entrar en una situación de preferencia extrema por la liquidez —la llamada trampa de liquidez—, en la cual ya han caído Estados Unidos y varios países europeos. Cuando hay trampa de liquidez, los inversionistas no quieren invertir, los consumidores no quieren consumir y los bancos no quieren prestar. En esas circunstancias, por más que los bancos centrales bajen las tasas de interés, los bancos comerciales no bajan —o suben— las suyas y, como consecuencia, la política monetaria deja de funcionar. En estos casos extremos, entonces, una política fiscal muy activa tiene que entrar al rescate de la economía y, así, se crean poderosos argumentos para que intervengan los gobiernos, no sólo para salvar las instituciones financieras, o para darle crédito al sector real, o para reducir impuestos, sino directamente para construir escuelas, hospitales, carreteras, puertos. Simplemente, el Gobierno tiene que actuar para mantener un nivel de actividad económica y de empleo, porque el sector privado no está en capacidad y no quiere hacerlo. Pero, al menos en teoría, el sector privado sí estaría dispuesto a financiar el mayor nivel de gasto público porque, suponiendo todas las demás variables constantes —incluyendo el nivel de ingreso—, la preferencia extrema por liquidez eleva automáticamente su tasa de ahorro y disminuye su tasa de inversión. Si el Gobierno no incrementara el gasto, habría una mejora en la cuenta corriente de la balanza de pagos y, en lugar de mantener o crear empleo en el país, el mayor ahorro privado se iría a pagar deuda externa o a crear empleo en el exterior.

¿Cómo estamos en Colombia? Hay una clara desaceleración de la economía, pero con algo de suerte el PIB pudo haber crecido un 4% en 2008, aunque la destrucción de más de 600 mil empleos es una noticia muy negativa. Por el lado positivo, Colombia retornó exitosamente a los mercados internacionales de crédito a tasas razonables y el Presidente anunció que la inversión extranjera directa alcanzó el año pasado unos 10,5 billones de dólares, cifra que, como porcentaje del PIB, sería la segunda más alta de la historia. Pero hubo una gran corrección del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos —frente a las cifras planeadas—, lo que sugiere una importante desaceleración de la actividad del sector privado nacional (consumo e inversión), evolución que es consistente con la recesión mundial y podría también señalar un incremento inusual de la preferencia por liquidez. La caída en las tasas de captación, el drástico encarecimiento del crédito preferencial y de tesorería de la cartera comercial y la marcada caída desde noviembre de las tasas de interés de los TES, podrían también estar sugiriendo un incremento inusual de la preferencia por la liquidez.

De confirmarse estas tendencias, habría que actuar con decisión para blindar la confianza del sector privado y para priorizar la inversión pública para la competitividad. Por ejemplo, se podrían introducir mecanismos, como garantías, con costo fiscal, para catalizar el financiamiento de actividades cruciales para la economía como el sector de generación de energía. Asimismo, se debería acelerar la ejecución de los proyectos de inversión pública en infraestructura y preparar, cuanto antes, los estudios técnicos, ambientales, legales y financieros para otros nuevos.

 

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