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Ecoturismo en el Éverest

Juan Pablo Ruiz Soto
28 de abril de 2010 - 04:37 a. m.

EN NEPAL, EN EL MARCO DE LA EXpedición Epopeya Éverest sin Límites 2010, nuestro grupo hizo el recorrido de aproximación desde Lukla, poblado al pie de los Himalaya, hasta el campamento base, CB, en la cara sur del Éverest. La aproximación es una caminata de 56 km en la que se sube de 2.800 m a 5.300 m; esto es, 2.500 metros. El recorrido cruza la región habitada por los sherpas y gran parte de él se hace en el interior del Parque Nacional de Sagarmatha.

Cada año, cerca de 28.000 turistas llegan a esta región para caminar, pues no existen carreteras sino sólo caminos reales que la población local ha usado durante milenios. Obviamente, no todos los visitantes se dirigen al CB del Éverest. Hay otras atracciones, como pueblos y picos nevados que se pueden admirar desde las rutas. En ir y volver entre Lukla y el CB del Éverest se tarda 14 días. Menos del 1% de los visitantes son escaladores; la gran mayoría son sólo caminantes, amantes de la naturaleza, que disfrutan las vacaciones sencillas, a pie. Esta maravillosa experiencia me ha hecho pensar en la posibilidad de impulsar el turismo a pie en Colombia.

¿Qué ofrece el recorrido de aproximación que podría ofrecerse en otros lugares? En cuanto al alojamiento, hay un gran número de pequeños albergues ubicados a lo largo del sendero, a una distancia de 200 ó 500 m entre sí. Estas posadas, muy limpias, son manejadas por comunidades locales que se han preparado para prestar un servicio muy sencillo pero de gran calidad, del que disfrutan turistas de todo el mundo. En cada albergue hay un servicio de restaurante, sencillo pero con excelente comida, preparada y servida por los mismos dueños, que se han capacitado para ofrecer un atractivo menú a precios razonables. Adicionalmente, existe un programa de conservación del estilo arquitectónico tradicional, según el cual toda nueva edificación debe respetar unas normas de diseño y construcción que se expresan en las fachadas de piedra y madera.

¿Qué hay detrás de todo esto? El gobierno local, asesorado por ONG nacionales y extranjeras, ha creado programas de capacitación similares a los ofrecidos por el Sena en Colombia, diseñados de modo que sea la población local quien se beneficie del turismo al prestar servicios de alojamiento, alimentación, transporte de equipaje y mantenimiento del parque.

¿Me pregunto si en Colombia podríamos hacer algo similar a lo largo de algunos de nuestros caminos reales? Así, un sistema de rutas para caminar desde el poblado de El Cocuy, en Boyacá, hasta uno de los picos nevados del Parque Nacional, podría ser una excelente opción turística que integrara a las familias campesinas. Esta población podría complementar sus ingresos prestando servicios de alojamiento y alimentación, con lo cual se estrecharía el vínculo entre la zona protegida y el desarrollo local. Alternativas similares podrían ofrecerse de La Calera al Parque de Chingaza para descender hasta San Juanito y Choachí. En San Andrés y Providencia se podrían crear senderos peatonales que permitieran a la población local tener mayor protagonismo en la prestación de servicios turísticos. En fin, debemos estudiar alternativas turísticas, que articulen mejor la conservación del medio natural con el desarrollo local.

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