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A 15 años del 11-S

Ante la afrenta recibida —2.996 personas murieron y más de 6.000 resultaron heridas—, George W. Bush inició una equivocada guerra contra el terrorismo, que no ha terminado, sino que se ha ampliado a todos los continentes.

El Espectador
12 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.
El mundo entero ha tenido que sufrir de la lucha por la venganza que ocasionó el 11 de septiembre del 2001.
El mundo entero ha tenido que sufrir de la lucha por la venganza que ocasionó el 11 de septiembre del 2001.

Ayer se cumplieron 15 años del peor ataque que los Estados Unidos han sufrido en su territorio continental. Las imágenes de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas en Nueva York, o en el Pentágono en Washington, más el que cayó en Pensilvania, aún permanecen grabadas en la memoria. La primera potencia mundial ingresó al Siglo XXI de una manera violenta. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente y las consecuencias dejan un sabor amargo. El remedio parece haber sido más dañino que la enfermedad.

Ante la afrenta recibida —2.996 personas murieron y más de 6.000 resultaron heridas—, George W. Bush inició una equivocada guerra contra el terrorismo, que no ha terminado, sino que se ha ampliado a todos los continentes. Las invasiones a Afganistán e Irak, la caída de Sadam Husein y de Muamar Gadafi, la Primavera Árabe, el florecimiento de nuevos grupos fundamentalistas islámicos, el petróleo como eje central de los intereses de Occidente en la región, el éxodo masivo de refugiados que huyendo de la guerra y del hambre tratan de ingresar a los países europeos, son ejemplo de las consecuencias directas o indirectas de dichos ataques y las respuestas a dichos actos demenciales.

La muerte de Osama bin Laden, en una exitosa operación de comando ejecutada en Pakistán, fue un triunfo para el gobierno de Barack Obama. Se daba de baja al cerebro detrás de los atentados del 11-S y de otros más en distintos países. Sin embargo, como en la historia del huevo de la serpiente, otros líderes más radicales emergieron para crear el llamado Estado Islámico. El mismo que ha puesto en jaque la estabilidad del Medio Oriente con su sangrienta guerra en Siria e Irak, además de la capacidad para llevar a cabo ataques suicidas en distintas partes del mundo. El creciente número de víctimas inocentes dentro de las zonas de combate, así como los muertos y heridos por los atentados terroristas alrededor del mundo, siguen en aumento. Mientras tanto no se ve una solución viable a corto o mediano plazo.

Lo sucedido entonces aún es objeto de controversia dentro de Estados Unidos. Que 15 de los 19 secuestradores suicidas, así como Bin Laden, fueran ciudadanos de Arabia Saudita se presta para muchas interpretaciones. Bob Graham, quien dirigió el Comité de Inteligencia del Senado, ha insistido en que por conveniencia política tanto Bush como Obama taparon la culpabilidad de altos funcionarios y ciudadanos acaudalados de dicho país que habrían financiado los ataques. Para disipar dudas, el gobierno decidió hacer públicas 28 páginas del informe, que elaboró una Comisión Especial, que no demuestran que el gobierno de Riad, aliado fundamental de Washington en la zona, tuviera conocimiento del hecho: “no hay evidencia de que el gobierno saudita, como institución, o altos funcionarios, individualmente” proveyeran asistencia financiera a la red de Bin Laden. Sin embargo, las especulaciones continúan.

En Estados Unidos las consecuencias permanecen. Los ataques terroristas del EI, así como el flujo de migrantes musulmanes, han generado gran controversia dentro de la actual campaña presidencial. La posición radical de Donald Trump frente al tema de los refugiados o la improvisada manera de resolver por la fuerza la presencia de ISIS en Siria e Irak contrastan con las serias propuestas que al respecto ha presentado Hillary Clinton. De otro lado, la legislación especial que se expidió de inmediato declarando la Emergencia Nacional aún se mantiene en pie, dándole al presidente poderes extraordinarios para actuar con firmeza. La misma ha sido utilizada en estos años dentro o fuera del país en la lucha contra el terrorismo. Por último, se calcula que hay más de 30.000 personas tratadas por una o más enfermedades relacionadas con los ataques de ese día, entre ellas más de 5.000 por cáncer.

El día que partió la historia de Estados Unido en dos abrió una incierta caja de Pandora que continuará dando mucho de qué hablar.

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Por El Espectador

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