El Gobierno de Iván Duque está mostrando una bienvenida voluntad de paz con el Eln. La guerrilla, sin embargo, ha respondido con su característica arrogancia y mezclando innecesariamente la negociación con los hechos ocurridos en el paro nacional. Un gesto por parte del Eln como el cese del secuestro y la entrega de todas las personas que tienen bajo su poder sería una excelente noticia para Colombia, ayudaría a destrabar un proceso que lleva mucho tiempo estancado y puede permitir que se construya un consenso político amplio para respaldar cualquier eventual acuerdo.
El alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, utilizó toda la semana pasada para mostrar que el Gobierno está abierto al diálogo. Contó que con participación del Vaticano y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se llevaron a cabo 28 reuniones exploratorias para destrabar los diálogos con el Eln. Esto incluyó cuatro viajes a La Habana, donde todavía se encuentra la delegación de la guerrilla. Adicionalmente, ayer el Gobierno anunció que Tulio Gilberto Astudillo Victoria, conocido como Juan Carlos Cuéllar, fue nombrado gestor de paz. Estas dos noticias son muy buenas y contrastan, por ejemplo, con la terca posición de la administración Duque con respecto a Cuba y la solicitud de extradición de los miembros de esa guerrilla que siguen en ese país.
El nombramiento de Cuéllar como gestor de paz, en particular, puede leerse como un cambio de estrategia por parte del Gobierno. Después del atentado del Eln contra la Escuela de Cadetes General Santander en el 2019, Cuéllar fue uno de los capturados y acusado de rebelión, homicidio, extorsión y secuestro, hurto, falsedad en documento, porte ilegal de armas, entre otros. Esto a pesar de su trabajo en los diálogos. Ahora, el comisionado Ceballos dijo que “la voluntad de paz siempre ha asistido al señor Cuéllar, con quien he tenido la oportunidad de conversar en estos momentos en que debemos avanzar en actos concretos para buscar la paz y la reconciliación, el Gobierno Nacional seguirá avanzando expresando esta voluntad con hechos concretos".
Es un momento ideal para reactivar los diálogos. Si bien es poco probable que haya un acuerdo antes de que el presidente Duque deje la Casa de Nariño el año entrante, un proceso bien encaminado puede adelantar muchos puntos claves y construir consenso entre los aspirantes a reemplazar al mandatario. Si los diálogos empiezan con el gobierno Duque, que representa a un sector político que se opuso con vehemencia a los acuerdos con las Farc, eso puede ayudar a derribar barreras y suspicacias. Para no repetir el desastre del plebiscito en el 2016, hay que incluir a todas las fuerzas políticas en el proceso.
El Eln, sin embargo, respondió mostrando los dientes. En un comunicado, la guerrilla le dijo al presidente que “si quiere dialogar con el Eln con mucho gusto se le atiende, pero sin imposiciones, es algo elemental que todo mundo sabe”. Desde este espacio lo hemos insistido: pedir un cese al secuestro, la liberación de los secuestrados y que no se cometan más actos criminales no debería leerse como una imposición. Es lo que los colombianos vienen pidiendo. Ahora que el Gobierno ha vuelto a insistir, la guerrilla tiene una posibilidad histórica de cambiar de tono. Debería hacerlo. Apostarle a la paz es siempre una buena idea.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.