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Argentina regresa a partir del 10 diciembre a manos del peronismo. El triunfo en primera vuelta de Alberto Fernández sobre el actual presidente, y aspirante a la reelección, Mauricio Macri, es la respuesta del electorado a una nueva crisis económica en el país austral. El principal reto del ganador será poner orden en casa. Su encuentro con Macri, para iniciar la transición, se dio en los mejores términos, lo que demuestra el deseo de Fernández de gobernar para todos y acabar, como dijo, el “nosotros y ellos”. No va a ser una tarea fácil.
Fernández, quien fue jefe de gabinete de Néstro Kirchner, se había distanciado de Cristina Fernández de Kirchner por los vaivenes de la política. Ahora, con pragmatismo, decidió tener a la cuestionada y enjuiciada expresidenta como su fórmula vicepresidencial. Con esta hábil movida logró unificar el descontento del electorado y aglutinar a las diversas tendencias del peronismo. Aunque las encuestas le auguraban cerca de 17 puntos de diferencia, el resultado no coincidió. Fue una derrota agridulce para Macri, con un 40,5 % frente al 48 % de Fernández. De esta manera, el actual jefe de Estado se mantiene vigente en la política para más adelante. Como hecho importante, la alta participación de los electores, cerca de un 85 %, demuestra el deseo de que las cosas cambien.
Lo cierto es que los argentinos no terminan de acostumbrarse a una tendencia según la cual cada diez años enfrentan una debacle económica. Ya van cerca de dos años en que la recesión se instaló en el país ante la falta de crédito para los empresarios. De hecho, se dice que hay un 40 % de la capacidad industrial que no se utiliza debido al poco consumo. El desempleo aumenta, la inflación alcanza el 55 % y los niveles de pobreza crecen. Según los analistas, en los últimos 90 días las reservas del país han disminuido en US$22.800 millones. Por este motivo, y luego de conocerse el resultado, el actual gobierno decidió restringir el acceso a dólares de US$10.000 a US$200.
La reunión de empalme entre los dos contendores fue evaluada por ambos como positiva. No podía ser de otra manera. Debían enviar un mensaje de unidad en medio de un ambiente de pesimismo generalizado. Macri se ofreció a ayudar al recién electo mandatario en lo que necesite. Este gesto le permite al actual mandatario prepararse para las próximas elecciones y, de paso, Alberto Fernández le envía un mensaje a su vicepresidenta con respecto a la independencia que espera mantener frente a ella. De momento la expresidenta, dada su nueva condición, quedaría cobijada por su fuero.
Con respecto a la política exterior, todo indica que habrá gran similitud con la del kirchnerismo, es decir, más alineada con Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otras alternativas similares que surjan. Así lo dijo Fernández como candidato y lo ratificó, recién electo, al felicitar a Evo Morales por un triunfo electoral que se encuentra en entredicho. De otro lado, se auguran tiempos tormentosos con su vecino Jair Bolsonaro, presidente de Brasil y principal socio dentro de Mercosur. La animadversión entre ambos es conocida y no se perciben, de momento, opciones de cambio. También es de esperar en este caso que pueda primar el pragmatismo en la relación bilateral en la medida en que la recuperación económica dependerá, en buena parte, de su relación comercial con los principales socios comerciales.
Alberto Fernández ha demostrado ser muy consciente del panorama que tiene por delante, pues anunció que vienen tiempos difíciles. Si logra contar con el apoyo inicial de Macri, más el de los 24 gobernadores electos, Argentina tendrá que sortear todavía una compleja etapa. Una vez asuma le corresponderá demostrar que el electorado tuvo la razón al elegirlo para sacar al país adelante en medio de la actual coyuntura o, en caso de no lograrlo, sumir al país en una crisis más grave.
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