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Orlando Fals Borda

A SUS 83 AÑOS DE EDAD MURIÓ EN BOgotá Orlando Fals Borda, propulsor de las ciencias sociales en el país. Su sepelio se realizará este jueves y participarán en él notables personajes de la vida política y cultural colombiana.

El Espectador
13 de agosto de 2008 - 08:26 p. m.

En su primera etapa profesional, el sociólogo Fals Borda se dio a la tarea de entender la realidad campesina a partir de estudios empíricos y una rigurosa metodología. De este trabajo inicial, en el que el acento en lo regional resulta novedoso, sobresalen sus libros Campesinos de los Andes (1955) y El hombre y la tierra en Boyacá (1957). La apuesta de sus investigaciones, ya desde el principio, se encontraba ligada al mundo rural.

Le siguieron sus estudios sobre la violencia contemporánea, entre los que el libro La violencia en Colombia (1962) —con el que en compañía de Germán Guzmán y Eduardo Umaña aborda la violencia de los años cincuenta— se convierte en un referente obligatorio de la denominada “violentología”. A partir del registro testimonial y, de nuevo, con un esclarecedor acento en las diferenciaciones regionales, La violencia en Colombia es también el libro pionero —quizás sin proponérselo— en los estudios sobre la memoria de la que tanto se habla por estos días. En pleno Frente Nacional, y pese al pacto de olvido que firmaron las élites bipartidistas para que los 200.000 muertos que arrojó la nefasta confrontación quedaran relegados al silencio, el libro no tuvo reparo alguno en cuestionar las instituciones que, como la Iglesia y la Policía, incitaron o protagonizaron la sevicia con la que el mundo rural dio inicio a los primeros desplazamientos masivos de la historia colombiana del siglo XX.

Los  mil ejemplares del primer tomo del libro, distribuidos de manera restringida, se agotaron con rapidez y en las ciudades, todo el que pudo leerlo se hizo una idea descarnada de la tragedia que aún hoy, según estudiosos como el también sociólogo Daniel Pécaut, marca la memoria colectiva de nuestro pueblo. Atacado por la prensa conservadora y el ala radical de la Iglesia, el libro fue ampliamente discutido por políticos, periodistas e incluso escritores que se inspiraron en su extensa documentación para abrirles paso a expresiones culturales como la denominada “novela de la violencia”.

De la violencia, Fals Borda pasó a otra investigación de igual o mayor relevancia, como lo son los cuatro tomos de La historia doble de la Costa (1979). Otro ejercicio de memoria en el que puso a prueba su “metodología de baúl”, consistente en recabar información a partir de entrevistas y testimonios perdidos de los miles de abuelos de la Costa que con paciencia entrevistó en sus recorridos por los pueblos del Caribe. Sentó las bases para una historia oral que de otra manera habría quedado sin quien se ocupara de su narración.

Hacia finales de los años sesenta, y habiendo ganado el reconocimiento nacional en tanto que investigador y fundador —de la mano del cura Camilo Torres— del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional, sus convicciones políticas se afianzaron. Su famosa metodología de Investigación-Acción Participativa le permitió hacerse a un nombre en la esfera internacional. Su interés en la cultura popular y su creciente activismo lo convirtieron en el apóstol de los trabajadores sociales de izquierda.

Ya en los noventa, ejerció como presidente de la Alianza Democrática M-19 y participó de la Asamblea Nacional Constituyente. Su trabajo, hoy relegado, se basó en la posibilidad de un nuevo ordenamiento regional, más afín a la realidad de las culturas que componen el territorio.

Su obra académica es evidentemente más extensa. Pero la supo combinar con su firme creencia en una izquierda civilista y desarmada, sin concesiones centristas. Su faceta de intelectual comprometido con el cambio del orden social lo llevó a fundar las revistas Cepa, Alternativa y Alternativa del Pueblo, y a participar de los grupos políticos Frente Social y Político (FSP) y Polo Democrático Alternativo (PDA) —del cual fue elegido presidente honorario—.

El país pierde a un verdadero académico y a un militante auténtico. A diferencia de otras personalidades de la vida pública, que con el devenir de los años tienden a moderar sus opciones políticas, cuentan con humor quienes conocieron al maestro Fals Borda que “entre más viejo, más radical”.

Por El Espectador

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