¿Cambiarán el Ministerio de Defensa y la Cancillería?

El Espectador
14 de noviembre de 2019 - 05:00 a. m.
El ministro y la canciller tienen los errores de sus antecesores como advertencia de lo que puede salir mal. / Fotos: El Espectador y Caracol Televisión
El ministro y la canciller tienen los errores de sus antecesores como advertencia de lo que puede salir mal. / Fotos: El Espectador y Caracol Televisión

El nuevo ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, deja una Cancillería que ha iniciado polémicas inútiles en el último año, para enfrentarse a una cartera que se encuentra en medio de una crisis de legitimidad, credibilidad y transparencia. Los dos nombramientos hechos por el presidente de la República, Iván Duque, demuestran que el mandatario se aferra a sus personas de confianza (en vez de aprovechar la oportunidad para dar un timonazo). La nueva canciller, Claudia Blum, tiene la experiencia necesaria para el cargo, ¿pero seguirá con el talante del excanciller?

Aunque el presidente Duque aceptó la renuncia del ahora exministro de Defensa Guillermo Botero haciendo alusión a sus grandes logros, la realidad es que esa cartera está en medio del caos. A las revelaciones de la semana pasada de que ocho menores de edad, reclutados forzosamente por las disidencias, murieron en un bombardeo del Ejército (hecho que no comunicaron al país) se unió un preocupante reportaje de Noticias Uno. Según el noticiero, los pobladores de la zona denunciaron que en realidad fueron 18 los menores que murieron y que a tres de ellos los persiguieron con perros y drones. El escepticismo que muchos colombianos sienten sobre el Ministerio de Defensa lo ha dejado sin legitimidad política.

No se trató, además, del primer escándalo. El legado de Botero será una serie de pronunciamientos que estigmatizaron a sectores de la población, buscaron limitar inadecuadamente el derecho a la protesta y causaron polarización. Al reemplazarlo, Holmes Trujillo tiene la responsabilidad de reconstruir la imagen del Ministerio ante el país. Hay, no obstante, algunas dudas sobre si podrá hacerlo.

Carlos Holmes Trujillo es un político de gran trayectoria. Su carrera de servidor público lo posicionó como un hombre conciliador, mesurado, reflexivo y conservador. Las veces que ha sido precandidato a la Presidencia, sus discursos han demostrado una defensa del tecnicismo. Esas son características que pueden dar un gran ministro de Defensa. Pese a esto, su paso por la Cancillería ha desfigurado la imagen que el país tenía de él.

Hay, en particular, dos problemas que tiene el nuevo ministro. Primero, fue él quien envió una indebida carta a The New York Times acusando al periódico de publicar una visión “tendenciosa, distorsionada y parcializada de los esfuerzos del Estado colombiano y sus fuerzas armadas por estabilizar la situación en el territorio colombiano para garantizar orden y seguridad”. Si uno de los problemas a solucionar es el ambiente hostil que se ha percibido en el Ejército, ¿cómo podrá hacerlo Holmes Trujillo si en el pasado no ha querido diagnosticar lo que ocurre?

Segundo, está el tema de la terquedad demostrada en el caso de Cuba. Su insistencia en que el Estado colombiano puede violar sus promesas y estigmatizar a la isla a escala internacional es un mal precedente para la cartera encargada de la seguridad de los colombianos. ¿Conservará esa actitud, tan similar a la de Botero?

Por el lado de Blum, habrá que ver cuánto margen de maniobra le otorgue el presidente. El cerco diplomático contra Venezuela no ha dado los frutos deseados. La situación con Cuba y la reciente abstención en la ONU para rechazar el embargo contra la isla han manchado la reputación del país en el ámbito internacional. ¿Podrá la Cancillería enmendar el curso? ¿Estaremos ante una labor diplomática más razonable?

El país necesita que ambas carteras mejoren su desempeño. La administración Duque y su gobernabilidad, además, dependen de eso. Les deseamos lo mejor al ministro y a la canciller, que tienen los errores de sus antecesores como advertencia de lo que puede salir mal.

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