¿Cómo nos atrevemos?

El Espectador
28 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.
Si nuestra sociedad del espectáculo necesitó que una niña pusiera el tema en la agenda, debemos aprovechar que ya nadie puede eludir las noticias sobre la emergencia climática. / Foto: Getty Images
Si nuestra sociedad del espectáculo necesitó que una niña pusiera el tema en la agenda, debemos aprovechar que ya nadie puede eludir las noticias sobre la emergencia climática. / Foto: Getty Images

El nuevo pasatiempo de algunos sectores políticos globales es sabotear las discusiones sobre la emergencia climática al concentrarse en criticar a Greta Thunberg. La sueca de 16 años, que se ha convertido en el símbolo del clamor mundial por acciones ambiciosas y contundentes para reducir el calentamiento global, ha sido sujeta de una variedad de objeciones que apuntan a lo mismo: ella no está legitimada para dar este debate.

El problema es que todos los reparos expuestos distraen la atención global del problema de fondo y, además, carecen de sustento. Thunberg no es más que un símbolo, una excusa, un campo gravitacional que ha logrado capturar la atención del mundo sobre la emergencia más importante que enfrenta la supervivencia de la humanidad tal y como la conocemos. Ella misma, en su discurso memorable de hace unos días, dijo que le hemos robado la niñez al obligarla a convertirse en el rostro de un movimiento que debió estar liderado por adultos. ¿Es tan difícil comprender la crítica de fondo y su validez?

Como escribió Carlos Granés en El Espectador, “Thunberg no se ha inventado nada ni ha descubierto nada ni ha dicho nada nuevo. Es solo una niña que por efecto del azar y de los recursos globalizadores de la tecnología se convirtió en símbolo, la cara visible (pobre ella) de un llamado de atención que vienen dando muchas personas, y no precisamente caudillos, guerrilleros o camisas negras, más bien científicos, desde hace años”. Si nuestra sociedad del espectáculo necesitó que una niña se convirtiera en la excusa para poner el tema en la agenda, debemos aprovechar que ya nadie puede eludir las noticias sobre la emergencia climática.

Precisamente por eso la sueca acaba de recibir el “nobel alternativo” Right Livelihood. En el comunicado del premio, la fundación explicó que seleccionó a Thunberg “por haber inspirado y encarnado las reivindicaciones políticas a favor de una acción climática urgente conforme a los datos científicos”.

Responder a estos logros fiscalizando el tono es una actitud errada. Peor aún es seguir fomentando una sociedad donde las formas son muchísimo más importantes que el fondo de lo que se está diciendo. Lo mismo ocurre con quienes acusan a Thunberg de estar financiada o recibir ayuda externa: ¡por supuesto que la tiene! La información que maneja está influenciada por quienes están muy interesados en que el mundo cambie de una vez por todas su paradigma energético. Eso no descalifica lo que dice, pues el consenso científico ha sido claro sobre cuál es la amenaza real.

Es momento de dejar de perder el tiempo en debates inconsecuentes. Millones de personas se unieron a la huelga que empezó con Thunberg en Suecia hace poco más de un año. El símbolo ha cumplido su propósito. Ahora la pelota está en la cancha de las empresas y los Estados, que no han hecho lo suficiente por revertir el calentamiento global y sus efectos nefastos. Si seguimos criticando a la sueca y no atendiendo la raíz de la crisis, la pregunta de Thunberg seguirá siendo válida: ¿cómo nos atrevemos?

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Por El Espectador

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar